12/31/2004

El tren fantasma

Entra la Navidad de lleno en el nuevo siglo y, junto a ella, toda la fuerza que entregan los programas de la computación para mostrar con grandilocuencia El Expreso Polar, dirigida por Robert Zemeckis.
Al verla, cómo no recordar las seriales de televisión hechas con la técnica animada del “stop motion”, donde aparecen figuras hechas como de plasticina para narrar las aventuras edulcoradas de Rodolfo el Reno. Tim Burton resucitó esta técnica con la gótica producción El Extraño Mundo de Jack, hasta que El Señor de los Anillos debutara personajes realizados con el “motion capture”; pero todo eso queda en nada comparado con la avanzada fórmula tridimensional del “performance capture” del Expreso Polar.
Zemeckis se sirve de esta fuente tecnológica y de la omnipresencia de Tom Hanks para contar la historia de un niño de ocho años que empieza a desconfiar de la existencia del Viejo Pascuero. La aparición onírica de un fantasmal tren, la amistad con una niña de raza negra, un niño pobre y otro “sabelotodo” serán el pretexto para mostrar toda la capacidad que ofrece la computación y que va desde piruetas asfixiantes de montaña rusa hasta el periplo envolvente de un boleto de tren.
Queda de esta adaptación del cuento de Chris Val Allsburg la sensación de presenciar algo incompleto, con personajes totalmente prescindibles como el fantasma que dice ser amo y señor del tren. Posee atisbos contradictorios en el hecho que el niño pobre, antes de bajar del tren al llegar el Polo Norte, diga que los regalos y la Navidad carecen de sentido y sea el primero que corra tras un paquete al saber que lleva su nombre.
El film carece por completo del manoseado sentido navideño. Ni soñar siquiera con alguna mención al nacimiento de Jesús, inclusive los menores llegan a una moderna metrópolis donde los enanos responden fielmente al modelo fordniano de una fábrica de producción en serie. Los personajes más parecen sacados de un cuento de terror o será que a esta técnica le falta perfección para evitar que los niños caminen medios encorvados. Lo macabro alcanza la perfección en el vagón donde se hayan los juguetes perdidos de la tierra.Para olvidar tamaña pesadilla aconsejo revisar una producción de Glenn Jordan hecha para la televisión en 1966. Su título es Truman Capote’s a Christmas Memory. Es un relato sencillo, rústico, que dura 51 minutos, tiempo suficiente para que la relación de un niño y su vieja tía nos haga creer que la Navidad es algo más que recibir y sólo recibir cosas.

12/24/2004

El vacío de 50 años

La cámara del director brasileño Walter Salles nos invita a un Buenos Aires del 4 de enero de 1952. Ernesto Guevara y su amigo Alberto Granada se aprontan a comenzar un viaje de aventura sin saber que sería el comienzo de una historia que los inmortalizaría en la conciencia colectiva de Latinoamérica y el mundo.
Salles se basó en el diario íntimo del líder revolucionario para narrar en Diarios de Motocicleta el periplo juvenil que llevó a Ernesto Che Guevara a recorrer varios países de América, con la particular sensación beneplácita de mirarnos al ombligo al conocer que Chile formó parte importante en su formación valórica.
En el desierto de Atacama, cuna de otros episodios de índole social y político, el Che renuncia para siempre a su enamorada al entregar el dinero que tenía reservado para un obsequio, a una pareja de pobres trabajadores mineros. Valga la pena nombrar que Gabriela Mistral, como profesora del Liceo de Niñas de Antofagasta en 1911, adopta por primera vez su seudónimo en una publicación de esa ciudad.
Guevara se pasea por Argentina, Chile, Perú y Colombia con una imagen de continente que no se diferencia en mucho de lo que cincuenta años después nos muestra la realidad. De un simple estudiante de medicina, ávido por conocer el mundo, Guevara va alimentando por medio de su sensibilidad una nueva mirada de su entorno, lo que está correctamente interpretado hasta en el sonsonete porteño por Gael García.
Es un relato neutro, lineal, donde se esbozan los conflictos sociales que más tarde harán erupción en furor en casi todo el continente. Un paseo y un despertar en una época donde los ideales podían superar los afanes egoístas de éxito y la comodidad burguesa. Sin embargo, la aureola de este santo devoto no deja de brillar en el esplendor de los paisajes que abarca casi la totalidad del film.
La patagonia argentina, los bosques del sur y el desierto del norte de Chile sumado a los ríos navegables de Perú, hablan por sí solos de la exhuberancia de la tierra en contraste con las desigualdades sociales, la muerte y la enfermedad que abunda en cada comarca. Sin adentrarse en los márgenes pasionales que seguramente Guevara sentía, la cinta se limita a hacer un barrido correcto del pasaje de la vida del personaje.Un film especialmente hecho para quienes gustan de viajar leyendo un libro de Jack Kerouac y dejando los viejos manifiestos de Marx en el fondo de la mochila tal como lo hizo Salles, con la duda cierta de moldear al actor con menos aires de un Quijote y algo más del mítico Ulises que realmente fue.

12/17/2004

En Santiago

Llama la atención que escritores como Hernán Rivera Letelier o Patricio Jara renieguen de Santiago, mientras que para la mayoría de los estudiantes universitarios la capital continúa convirtiéndose en un polo cautivador con todo su oropel de modernidad y luces de neón de madrugada.
Los adelantos tecnológicos de hoy acortan las distancias. Con ello a Santiago le queda el acelerado ritmo en todo orden de cosas. En contraste, las regiones ofrecen una calidad de vida basada en la tranquilidad de caminar sin la paranoia de ser asaltado a las doce del día. Andar por las calles con cinco mil pesos que poco les sobra a los estudiantes universitarios y a algunos profesionales también. Artemio Espinoza (30) retoma estas ideas para relatar la llegada a la capital de un estudiante pobre de Chillán.
Cual Carmela, Nello Torino es un joven de 17 años que llega a estudiar ingeniería con una beca de alojamiento en una casona regentada por los curas. Es notorio su rechazo a la gran ciudad. No quiere que la urbe lo cambie, sólo desea regresar a su ciudad natal con los vítores de un soldado después de la guerra, pero en la medida que se relacione con otros estudiantes cambiará su percepción de la vida con resignación.
Residencia es el primer film chileno que integra le selecta lista de Dogme 95, una institución creada en Dinamarca por los consagrados cineastas Lars Von Trier y Thomas Vinterberg que buscan a través de este estilo depurar la grandilocuente manera de hacer cine en Estados Unidos. Para ello se basaron en un decálogo franciscano que contempla la utilización de sonido y luz ambiente, así como proclamar la extinción de los decorados. Pero ello limita la recreación de la realidad al excluir el uso de muertos o accidentes falsos a gran escala.
Vida de un Estudiante es un film realizado en el esplendor del cine social norteamericano de 1973. Allí aparecen Lindsay Wagner y Timothy Bottoms para encarnar la vida de un estudiante de Derecho, su angustia, el ritmo asfixiante del exitismo y el amor. Con Residencia nos quedamos en la nebulosa de una secta carente de referentes superiores, sin maestros, y con la única mujer que cumple un rol bastante denigrante.El film parece un experimento del Chile de siempre con filósofos de poca monta, misóginos prosternados al báculo papal, alcohólicos, violentos, pero solidarios y con sentido del humor. Basta recordar la escena de un ciego en un partido de baby fútbol dando patadas a los jugadores de su equipo. Residencia va cobrando vigor hasta alcanzar un final para ser leído como fracaso o redención.

12/10/2004

Un triste despertar juvenil

Cuando en 1993 la banda de rock Blind Melon lanza el tema No Rain, inconformista por donde se lea, lo hizo con un video-clip donde aparece una niña disfrazada de abeja de gruesos lentes para quien no hay cabida en ningún círculo social. Este tema es retomado por la joven promesa nacional Nicolás López, de 22 años, en el film Promedio Rojo.
Claro que acá la pequeña abeja es el zángano Roberto Rodríguez (Ariel Levy), un adolescente gordo con ribetes de genio incomprendido que se mueve en un círculo de “nerds” del Colegio Valiño High School como cualquier otro de nuestro país, donde destacan los mejores deportistas y las colegialas que hablan sin prejuicios de los métodos utilizados para abortar.
Roberto toma real conciencia de su arquetipo cuando descubre que la nueva compañera de curso (Xenia Tostado) comparte los mismos gustos por el comic que él. Todo el film es una suerte de tropiezos y aciertos por captar la atención de la joven española y luchar contra la supremacía del galán de turno interpretado por Benjamín Vicuña.
En una mezcla de humor, cine gore, comic, melodrama, cultura pop y cine negro esta realización nos retrotrae a lo peor que puede mostrar la sonriente cinematografía de Estados Unidos salvo por una cosa: en su afán por mostrar con liviandad lo que acontece tras las paredes del colegio, el director nos devela el sórdido mundo de violencia y discriminación de quienes ostentan ser amigos, como en el caso de “Papitas”.
Roberto no logra escapar al peso real de su padecimiento y soledad ya sea por el absurdo que lo rodea a cada instante, ya sea por la mofa que hace el alma de su abuelo de las frases clichés que aparecen en El Regreso del Jedi o porque sus amigos, y él mismo, son incapaces de saltar la valla obsesiva de la masturbación (“nadie se pajea pensando en la mina que ama”, dice en uno de sus pasajes), o porque al novato director le falta madurez para alcanzar el nivel óptimo de desarrollo en el tratamiento de los personajes en su intimidad.Hay un tratamiento visual algo kitsch que a ratos nos recuerda la Cafetera Voladora de Florcita Motuda y, tal vez, rescate de este músico toda la vitalidad de realizar una obra con más sentimiento que talento. Esperemos que López continúe a este ritmo con más uniformidad y coherencia de lo que desea mostrar y para que no ocurra lo mismo que al canal Rock & Pop que, de tanta fuerza volcánica, terminó por transformarse en un canal de culto sepultado en su propia lava explosiva.

12/03/2004

Inocencias perdidas

El exceso de sentimentalismo deja una sensación tan decepcionante como la mirada fija en la miseria sin remedio. Pese a que el director Pedro Almodóvar intente conseguir su tercera presea en los Oscar 2005 con el film La Mala Educación, esta obra deja traslucir mucho de sus obsesiones personales sin alcanzar el grado de empatía de otras realizaciones suyas como La Ley del Deseo.
Es una historia estructurada en forma similar a una muñeca rusa. Por un lado está la trama real, por otra la parte narrada que recorre casi toda la película y la mirada crítica hacia el pasado de mayor consistencia.
En Madrid de los ochenta se vuelven a encontrar después de 16 años un par de amigos que, en su juventud, experimentaron una aventura homoerótica. Uno es director de cine, el otro un aspirante a actor que en el transcurso de la cinta va develando la sordidez de su conducta por alcanzar fama y dinero valiéndose de una cuidadosa y preparada intriga de muerte y bajezas sin escrúpulos.
Es imposible comparar a un Gael García como el travesti Zahara entonando canciones de Sara Montiel, tal como lo hizo Miguel Bosé en Tacones Lejanos interpretando temas de Luz Casal. Tema recurrente del director es destacar personajes retorcidos e imperfectos que habitan en una atmósfera asfixiante de sexo, drogas y lupanares deprimentes. Otra película, El Juego de las Lágrimas, alcanza de mejor forma el entramado círculo del amor fatal.
La traición se conjuga con una crítica a la Iglesia en uno de los pasajes mejor logrados, aunque se acode en la tesis poco clara que el abuso sexual infantil es causa determinante de la transformación de Ignacio en un travesti drogadicto y manipulador. La escena en ralenti del baño en la alberca con una banda sonora impecable impele a la inocencia infantil que luego será violentamente usurpada en el colegio San Juan.Con este film Almodóvar intenta sacar ronchas en el tema de la pedofilia, pero los personajes denotan esa mancha deprimente que deja la ropa sucia impregnada a cigarrillo y alcohol encima de una cama deshecha. Con la cinta Ciudad de Dios, que aborda igualmente la miseria, la pobreza y la delincuencia en las barriadas de Brasil, hay una estela de luz que lanza el final hacia el principio refrescando toda la película. Tal vez el mayor logro del español director sea develar que los valores altruistas están muy por debajo de la sed humana de devorarse unos a otros.

11/26/2004

Ojos verde olivo

Los ojos verdes que la joven afgana Sharbat Gula grabó en la portada de la revista National Geographic en junio de 1985, volvieron a asomarse al mundo cuando las tropas de Estados Unidos arrasaban su tierra en busca de Osama Bin Laden.
Mientras occidente cerraba filas en torno a la invasión, el director que criticó con el film Bowling for Columbine el gusto armamentista del pueblo norteamericano desconfió de todo al conocer la salida expedita de miembros de la familia Laden a pocos días del atentado a Nueva York la mañana del 11 de septiembre del 2001.
Desde que los hermanos Lumiere filmaran la salida de un grupo de obreras de una fábrica francesa al nacer el cine, que no era reconocida la mirada certera de la realidad en un documental. Fue así como el Festival de Cannes entregó la Palma de Oro a Fahrenheit 9/11, nombre que su director Michael Moore adoptó de la novela de Ray Bradbury -Fahrenheit 451- para graficar la temperatura en que arde el papel en una sociedad que reprime la cultura. El film señala el día en que comienzan a desaparecer las libertades individuales.
La obra enfrenta la figura del reelecto presidente de EE.UU., George W. Bush, con la justicia, el parlamento, la prensa y la industria norteamericana y de Medio Oriente que ocultaron sus vinagrosas aspiraciones de rico soberano y una intensa campaña de terror ciudadano. Este gesto desafiante se une la historia de Lila Lipscomb, una demócrata ferviente de la guerra iraquí que, al conocer la muerte de su hijo en combate, cambia de postura. Dicen que no hay dolor humano más grande que el de una madre por su hijo muerto. Moore se adentra con acierto en la secuela de otros llantos y ruegos por las calles de Bagdag.
El dolor se une al sarcasmo al comparar el apoyo de Marruecos a la gran nación con una estampida de monos, o a Holanda con una tropa de drogadictos como si fueran episodios de la serie Animales, Animales, Animales que daban a comienzos de los ochenta. No hay más metáforas, debido a la fuerza de los antecedentes acumulados y al prolongado silencio de la prensa mundial.“USA, donde la libertad es una estatua”, dice Nicanor Parra en un refrán que avala la reciente Ley Patriótica de EE.UU. que marginó a intelectuales de la talla de Susan Sontag, pero no a Moore: un regordete que no alcanzó a repetir la hazaña en el caso Watergate. Esta oda a la libertad de expresión no previó que al develar la coraza del personaje removía los cimientos de un viejo sistema económico y social.

11/19/2004

Anacondas en Borneo

Tal parece que para el casting de los protagonistas de Anaconda 2 utilizaron los mismos parámetros como si fuera un programa de “reallity show” para la televisión, pero en formato de cine. En medio de mucha testosterona y anabólicos, un grupo de jóvenes de las razas más diversas se enfrenta al desafío de llegar cuanto antes a las dos horas que estipula el contrato del film dirigido por Dwight H. Little.
Un grupo de científicos que trabajan para una gran firma de cosméticos de Estados Unidos asume la misión de adentrarse en las selvas inaccesibles de Borneo, con tal de hallar la enigmática orquídea sangrienta. La flor, aparte de germinar cada nueve años, posee la cualidad extraordinaria de alargar la vida humana. Lo que la expedición no sospecha es que estas flores constituyen la dieta principal de una especie de anacondas logrando de este modo un tamaño descomunal.
Nadie explica cómo es que llegaron estos animales al país asiático, ya que la anaconda es reina indiscutida en su especie, pero de Sudamérica. Lo que sí se sabe en el trascurso del empobrecido guión es que los ofidios están en época de celo y en su paso comienzan a devorar todo cuanto se interponga en su camino, incluidos algunos científicos bien poco pensantes. Algo de bienhechores tenían estos monstruos.
La primera versión de este film data de 1997, con la actuación de una novata Jennifer López. Al igual que la primera parte, el trasfondo de esta película parece ser el mismo: servir de trampolín para que emergentes aspirantes a la pantalla grande de Hollywood empiecen a llenar la lista de nuevos talentos, aunque la afición se note demasiado.
Tal como suele ocurrir con la narración del chiste del peruano, el argentino y el chileno, el film utiliza una estructura conocida, aburrida, totalmente previsible y que, de no haber sustituido la orquídea por la amapola, el engendro surtiría sobre las plateas el mismo efecto dormidero del opio. Ni siquiera las piruetas digitales sorprenden si no hay detrás un hilo conductor dramático que cautive.Resulta curioso que en el desenlace los supervivientes no hagan alusión alguna a las flores que los harían multimillonarios y que olvidan valiendo casi nada los malestares padecidos. Aconsejo encontrar una buena cuota de diversión enumerando la cantidad de errores que de seguro encontrarán, pero que yo sólo atiné a comparar las gastadas y somnolientas proyecciones que ofrecen en los buses interprovinciales con esta increíble elegía a una pomposa mercadotecnia.

11/12/2004

Aparentemente malo

Con treinta millones de dólares destinados sólo para la promoción del film, Hellboy demostraba ser en los afiches publicitarios una película de entretención como cualquier otra, mientras que en los spots de presentación quedaba la duda de si este descomunal demonio con cuernos era realmente el héroe que decían que era.
Una Escocia devastada por la Segunda Guerra Mundial en 1944, fue la cuna de Hellboy en una introducción que por lo certera no necesitó de mayor desarrollo. Una banda de nazis, comandados por el monje ruso Rasputín, se presta a presenciar el arribo de seres infernales que acabarían con la vida de la tierra. Fracasada la operación, lo único que llegó del más allá fue un bebé rojo de cuernos y cola que gusta de comer chocolates y que con el tiempo los gatos se convertirán en sus mascotas favoritas.
Hellboy, de naturaleza malvada, adopta los mejor del alma humana guiado por las enseñanzas de su mentor, el profesor Trevor Broom Bruttenholm. Desdichado, melancólico y algo existencialista (este mundo no es para sentimentales) es este superhéroe creado por el caricaturista Mike Mignola a mediados de los 90 y que el director mexicano Guillermo del Toro se encargó de recrearlo en la acertada interpretación de Ron Perlman.
Llama la atención la marcada presencia de directores mexicanos y españoles que han otorgado, en los últimos años, aires frescos al alicaído cine norteamericano. Destacándose en la industria independiente Alfonso Cuarón, Alejandro González y ahora con del Toro, se aventuran en el cine comercial de la gran nación aportando su buena cuota de equilibrio y estupidez en menor grado en sus más recientes realizaciones.
Los otros 60 millones que costó la producción de Hellboy se repartió una buena cuota en efectos especiales, pero con la presencia de personajes cuidadosamente trabajados lo que es una constante en del Toro, acostumbrado a destacar figuras oscuras e imperfectas como en “El espinazo del diablo”. En Hellboy nos encontramos con Abe, el hombre pez de poderes premonitorios, y Liz Sherman (Selma Blair), una joven pirómana que comparte el mismo pesar de Hellboy: el de sentirse los seres más extraños del mundo para quienes la vida les hace una emboscada en la exclusión.En medio de carreras a lo Indiana Johns, la trama se desenvuelve en la paradoja que el amor redime todas las cosas y el mensaje que todo hombre se hace en la medida de sus acciones y decisiones (una premisa totalmente existencialista), a pesar del empobrecido guión que corre toda la cinta. Hasta el momento, una de las mejores adaptaciones del comic norteamericano.

11/05/2004

El caos de un aleteo

Alguna vez oí hablar a uno de esos que van a misa los domingos por las mañanas, de no estar tan seguro si al obrar con corrección recibiría su justa retribución sobre esta misma faz de la tierra. Le inculcaron desde siempre que quienes obran mal, terminan del mismo modo. Yo mismo dudaba de este consejo “de abuelitas”, pero el film El Efecto Mariposa viene a corroborar esta idea.
El “efecto mariposa” no es otra cosa que la llamada Teoría del Caos o de los Fractales de Mandelbrot, tan en boga a partir de los años 70 y que hoy parece expandirse de la física cuántica a las ciencias sociales. Toda acción motivada por los sentimientos tiene su correlato objetivo: el simple aleteo de una mariposa puede provocar una tempestad al otro lado del planeta.
Aprovechando el mismo nombre, los norteamericanos Eric Bress y Mackie Gruber se dieron a la tarea de construir la historia de un niño que padece lagunas mentales y que sólo al llegar a la universidad entenderá que al leer pasajes de un viejo diario de su vida regresará al pasado para cambiar esos episodios olvidados por lo traumático que eran, pero cada cambio que efectúe en la línea ya trazada de su infancia provocará un sinnúmero de efectos a su alrededor, a sus amigos y su familia del presente.
A este punto llegué a pensar ¿qué hubiera pasado de no aceptar un viaje de placer, bastante decisivo en mi vida, hace más de cuatro años?, pero mi interés comenzó a decaer al momento que la trama se convierte en una serie de viajes en el tiempo, de una manera frenética y agotadora, sólo para salvar la vida de una enamorada. ¿Cómo era posible que Evan Treborn (Ashton Kutcher) fuera el único consciente de todo cuanto pasaba? ¿No habría sido mejor “despertar” a más de algunos de los pasajeros de la impostada realidad como ocurre en Mátrix?
Los parlamentos son insuficientes, tanto como la actuación de Kutcher. Existe un pasaje de la historia desaprovechado como es el contacto del hijo con el padre enclaustrado en un manicomio por padecer del mismo tipo de “alucinaciones”. Mientras que el desenlace se despeña en un si sentido al punto de llegar a afirmar que el joven tiene el poder ya no sólo de trasportarse leyendo pasajes de su diario, sino que también observando por televisión videos familiares de hace veinte años.El buen comienzo de un film que, tal como señala el nombre que lo origina, se vuelve un caos que sólo vuelve a encontrar la otra orilla de la cuerda al final. No obstante, da para pensar en aquellos segundos que se convierten en oportunidades para girar en varios grados el sentido total de la existencia.

10/29/2004

La aldea global

En alguna estancia de mi niñez tuve el deseo de vivir en el tronco de un árbol o en lo alto de su follaje semejante a una matriz cálida y segura. Llevar una vida de castor armando un mundo inviolable y llevando consigo lo mínimo imprescindible; es decir, a quienes más amamos. Pero el tiempo implacable impone siempre a los seres exponer el rostro al viento frío, sin tregua.
La Aldea, el film de Manoj Night Shyamalan, tuvo la gracia de devolverme esa casi olvidada sensación. Un pueblo de Estados Unidos de 1897 comienza a perder su aparente tranquilidad cuando los “inmencionables”, una especie de monstruos del bosque, rompen el acuerdo tácito de no traspasar la frontera donde los lugareños ordeñan vacas y celebran sus bodas. El peligro acecha y el miedo de enfrentarse a lo desconocido, cunde.
Shyamalan deja al descubierto con este film la fórmula de éxito ya probada en Sexto Sentido y Señales, de jugar con lo insólito de los finales tras urdir una trama mezcla de suspenso y fantasía de creciente interés. Dejando de lado aspectos del estilo inconfundible del director, hay que destacar que La Aldea deja entrever en lo medular la telaraña en que se encuentra la realidad agobiante que viven los países de hoy, al otro lado de la pantalla.
El film se pasea a comienzos del siglo pasado con unos “inmencionables” encantados con el color rojo ¿Tendrá algo que ver con los hechos sangrientos perpetrados por el terrorismo internacional? Asimismo es Mr Walker (William Hunt) quien sentencia “Noah nos dio la posibilidad de continuar en este lugar”. Noah Percy (Andrie Brody) es un retrasado mental con ribetes religiosos y una pieza importante en el puzzle de preservar, en medio del bosque Covington, un puñado de personas en el temor y la mentira.
Ivy Walker (excelente debut de la hija del director Ron Howard, Bryce Dallas Howard) es una de las hijas de Mr Walker que se enamora y es su amor precisamente lo que la llevará a cruzar todas las fronteras posibles con tal de mantener intacta la fuerza de su sentimiento. Su completa ceguera le permite superar el entorno visual, pues sólo un personaje de su tipo es capaz de percibir la amabilidad en el primer encuentro que sostiene con un joven policía.Portadora del peso de la verdad, Ivy está llamada a transformarse en líder el pueblo, pero no como su abuelo quien tenía el don de crear dinero. Ella, con otras capacidades, personifica a partir de ese momento en la esperanza y el reencuentro, pero para ello tendrá que pactar con los demonios o conservar a sus semejantes en una burbuja de plástico. Usted dirá.

10/22/2004

La gata negra

Halle Berry, antes de convertirse en la primera afroamericana en recibir un Oscar a la mejor actriz principal, había destacado como Miss USA y Miss Teenager. Bella e inteligente. En una entrevista le preguntaron por qué participó en un film tan mediocre como Gatúbela y ella respondió tajante: “por simple diversión. La vida no tiene por qué ser siempre un trabajo intelectual”.
Pero sus palabras son hasta cierto punto creíbles, ya que esta obra del director francés Jean Christophe Pitof no divierte y ni siquiera nos deja el hálito de la reflexión. Con un racconto de casi una hora (demasiado largo para un film llamado a provocar por sus efectos especiales), las miradas de soslayo a los relojes no se hicieron esperar.
Una frustrada diseñadora llamada Patience Phillips (la Berry) trabaja para una firma de cosméticos dirigida por un matrimonio ambicioso en decadencia. Phillips descubre por accidente los peligros que conlleva cada frasco de crema. La fuerza de seguridad de la empresa Hedare Beauty se encarga de eliminarla; entonces el alma de la diosa egipcia Bastet, personificada en una gata, la resucita.
La apocada protagonista sufre una metamorfosis física y síquica adquiriendo un aire de perversión y sensualidad, pero sólo eso. Su único fin es descubrir a su presunto asesino dejando de lado elementos de sumo aprovechables a partir de un pedazo del parlamento que dice “la libertad es poder”. La historieta original de hace más de medio siglo deja en claro que aquella libertad es utilizada por una ladrona cuya antítesis es Batman. Una Berry ajustada en su traje de cuero, como si fuera un spot para promocionar calzones y botas, pesó más a la hora de considerar la incorporación del hombre murciélago y Ciudad Gótica.
Ni siquiera los efectos especiales merecen consideración alguna. Los encuadres de largos paneos embriagadores parecen tan fuera de contexto como la pelea que sostuvieron Gatúbela y Laurel (Sharon Stone). Son escenas de recetas incorporadas a la fuerza, lo mismo con el romance que sostiene con el policía Tom Lone (Benjamín Bratt), carente de sentido alguno. La idea de corrupción de una sociedad individualista en una mujer que repentinamente adquiere un encanto sobrenatural, hubiera quedado mejor plasmado en el tiempo que la cámara destina para acrobacias digitales.Berry jugó a cada momento a la ambigüedad porque, de seguro, vendrá una segunda parte. Michelle Pfeiffer, que encarnó a Gatúbela en el Batman de Tim Burton en 1992, aparece como una verdadera musa frente a este engendro que de gato sólo conserva el aroma funesto de sus orines.

10/15/2004

El lado oscuro de la risa

El que una película comience con una escena de amor, no es novedad. El que sepamos que es un acto de infidelidad con la novia del amigo, ya es un asunto interesante. Pero que terminemos por ver una situación de intercambio de parejas mientras todos hablan de lo importante del compromiso, ya es bastante.
De eso trata el film “El otro lado de la cama” del director español Emilio Martínez donde, para evitar una postura clara frente a la conducta egoísta del infiel, opta por utilizar la risa y el canto con demasiada liviandad. Es como cuando al pasar del umbral de la puerta hacia la calle nos tropezamos con alguien que pasaba, porque creemos que la calle nos pertenece y los demás están para cedernos el espacio. Este film no alcanza a mirar un poco más acá de la puerta antes de salir, para mirar alrededor y evitar accidentes.
Convirtiéndose en una de las películas más taquilleras del verano ibérico, es difícil distinguir el punto de vista que quiso adoptar el director en un tema tan complicado como el quiebre de pareja y la traición. Hay pinceladas de buen drama cayendo en frases clichés y con un final totalmente inverosímil. ¿Qué haría usted si supiera que su mejor amigo se acuesta con su pareja?
El drama logra una mayor hilaridad con el aporte del humor encarnado en personajes como la rubia parlanchina que se vale de un discurso sacado de un jugador de fútbol para revolcarse en “cantinfleadas”. O el investigador privado quien asegura que Marilyn Monroe fue amante de Franco y que vive en un lugar apartado de España. Este poco aprovechado personaje, después de acabar con el trabajo que le encomienda Pedro (Guillermo Toledo), desaparece hasta verlo en los créditos finales.
El cine español tiende a destacar aspectos de la vida cotidiana en el llamado “cine social”. Al abordar esta misma temática con recursos propios del cine norteamericano, como la inclusión de canciones, no hay que perder de vista el conjunto de la historia para otorgar al canto la importancia que merece en los diálogos y en el contexto general. En Moulin Rouge si sacamos una canción, el sentido cojea. Acá daría lo mismo incluirla o no.Al final todo se vuelve un entramado confuso, donde la crítica al engaño, la promiscuidad, el machismo y la homofobia queda en la más absoluta superficialidad. En tiempos donde la filosofía y la sicología no alcanzan a encontrar salidas a la pérdida de valores en el mundo, la risotada parece una mueca absurda. Con estos mismos ingredientes, pero tal vez en otras manos, hubiera quedado una mejor torta.

10/08/2004

Dura realidad

Elefante, el film de Gus Van Sant que ganó dos premios, entre ellos la palma de oro a la mejor película, en el 56º festival de Cannes 2003 sorprende por lo desconcertante que es. Desprovista casi por completo de un parlamento, desarrollo y ritmo mínimo para recibir el calificativo justo de una película de calidad, da la impresión que fuera un trabajo hecho por un primerizo director.
De hecho el rodaje duró veinte días con personajes encarnados en jóvenes que no eran actores sino simples estudiantes de una secundaria de Estados Unidos. La película dura menos de una hora, acercándose más a un documental por las largas secuencias que siguen los alumnos en sus trayectos por los pasillos del colegio.
¿Dónde está la gracia?, pues en el inteligente montaje que hizo el director combinando una serie de elementos claves con el mínimo de recursos técnicos. Llama la atención que este tipo de cine provenga de gente consagrada y vieja como Lars Von Trier. En el caso de Van Sant, es una suerte que vuelva al cine independiente después de un corto recorrido por la industria en cintas como Descubriendo a Forrester.
Elefante se origina en una antigua parábola budista, en donde un grupo de ciegos examinan un elefante por partes, sin dar jamás con la descripción completa de lo que tenían en frente. El “elefante” de Van Sant es menos tangible, pues aborda la violencia que subyace en la sociedad en cada segundo que pasa, pero que nadie es capaz de develarla y mucho menos hacer algo por remediarla.
Van Sant nos sumerge en un breve acontecimiento ocurrido en un colegio cualquiera de la gran nación del norte como si fuera un poema: corto, pero certero. La sonata Claro de Luna, de Beethoven, triste y melancólica, acompaña a Nate (Nathan Tyson) en el primer recorrido por el colegio, antesala del oscuro designio que le espera. El tema aparece por segunda vez casi al final, interpretado por Eric (Eric Duelen), talentoso y sensible, quien escribirá una de las páginas más negras de la historia norteamericana.Un lugar donde no hay cabida para los mateos, pero sí para padres alcohólicos e indiferentes, estudiantes triviales y bulímicas motivadas por el consumo, para las armas de la muerte como entretención y, en medio de todo eso, un solo gesto de cariño en el beso que da una amiga lesbiana a John (John Robinson) que en verdad es Dante en los infiernos. Baste recordar nuestro “mechoneo” universitario despojado de todo el sentido que significa celebrar con respeto el derecho a pensar en forma sensata para darnos cuenta de la universalidad de este premiado film.

10/01/2004

Robotizada humanidad

Un policía que comienza a desconfiar de la apariencia inofensiva de los robots, la muerte de un científico y “las migajas” que va dejando una trama que atenta contra la humanidad darán forma al film ambientado en Chicago del 2035, donde la idea abordada es excelente pero los métodos para recrearla, algo precarios.
Alex Proyas se basará en un cuento de Isaac Asimov para filmar Yo Robot, donde Del Spooner (Will Smith) es un policía que reniega del universo plástico que lo rodea: maneja la radio con la mano en vez ordenar con la voz, le gusta saborear las comidas de su abuela navegando siempre por calles atestadas de robots que cumplen las funciones más básicas de la sociedad como cocinar, asear o llevar la correspondencia.
Sin embargo, sus esfuerzos parecen decaer en la medida que la historia nos demuestra su incapacidad para volver a amar, o será que el director evitó deliberadamente la relación sentimental interracial con la hermosa doctora Susan Calvin (Bridget Moynahan), lo cierto es que ambos comienzan a seguir las huellas dejadas tras la muerte del prominente científico Alfred Lanning (James Cronwell), inventor de una nueva generación de robots llamados SNS5.
Es el mundo de los humanos, los robots se rigen por tres reglas para que nunca atenten en contra de un humano, para recibir órdenes y, claro, también están facultados para proteger su propia vida. Resulta que las sospechas de la muerte de Lanning recaen en un robot que tiene plena conciencia de si mismo, se autodenomina Sonny e incluso posee sueños premonitorios. Quizá sea una de las animaciones más acabadas creada por Digital Domain, con un robot empático deseoso de sentir como cualquier hombre imitando los gestos más sutiles como el guiñe de un ojo.
La idea que los androides tomen las riendas del mundo ha estado en las mentes de los cineastas desde comienzos del siglo pasado. La idea era excelente: la raza humana está llamada a la extinción debido a las calamidades climáticas y de todo orden que han ocasionado, pero este argumento se pierde en una aventura policial, donde Smith hace gala de lo mejor que sabe hacer: correr, trepar edificios y manejar con desenvoltura armas y automóviles.Los buenos propósitos de la inteligencia humana no alcanzan sus propósitos, sino que se queda en la nebulosa de una felicidad de plástico donde no hay vencidos y que alcanza a rozar el nimbo de luz que dejan los argumentos de Prometeo Encadenado, Moisés o Blade Runner. Los ideales de libertad, igualdad y fraternidad entre humanos y sus hijas, las máquinas, es una tarea que Proyas se llevará para la casa.

9/30/2004

De machucas y zanahorias

Quizás para las nuevas generaciones el film Machuca, de Andrés Wood, recrea un Chile de a finales de los convulsionados años 70 sin diferenciarse demasiado de lo que presenta la sociedad chilena actual. Salvo, el nivel de discusión social que llevó al extremo de matar, traicionar y reprimir las relaciones humanas.
La discusión política de esos años fue el pretexto para sacar a relucir una sed de violencia que siempre hemos tenido y que los más románticos se encargan de disfrazar como una “pérdida de inocencia”. Una falta de empatía y comunicación que comienza desde la más tierna infancia.
Gonzalo Infante (Matías Quer) nos introduce desde su mirada en el sórdido mundo de un colegio privado de Santiago dirigido por el padre Mc Enroe (Ernesto Malbrán), quien se encarga de “sociabilizar” la enseñanza incorporando a un grupo de jóvenes de escasos recursos. Como muchacho sensible ante las injusticias, Gonzalo comienza a entablar amistad con Pedro Machuca (Ariel Mateluna), sin saber que esta relación estaba marcada por los acontecimientos de una difícil época de la historia de Chile.
Gonzalo se deja seducir por el mundo de los campamentos, del juego de las protestas callejeras, del buen humor y por Silvana (Manuela Martelli), una joven de barrio por quien empieza a sentir una atracción idílica.
El film nos pasea por un Chile de antaño alcanzando una exquisita puesta en escena, con ambientaciones propias de los sesenta. Las actuaciones sobresalientes de Aline Küppenheim y Ernesto Malbrán ofrecen un cuadro de insinuaciones y franquezas, de ternura y crueldad. Como no recordar las caricias que María Luisa (Aline) entrega a su hijo Gonzalo en contraposición a los golpes e insultos que caen sobre la pequeña Silvana en una de las marchas.
Los diálogos parecen tener ciertas imprecisiones. Pregunté a mi madre si en esa época acostumbraban a decir “cachai” o “pendejo”, y tal parece que el film debió cuidar un poco más los neologismos que empleaba la juventud sesentera.
Las ambientaciones exteriores con la escasez de diálogos a ratos parecen transitar en un documental, volviéndose la trama un tanto tediosa. Para ello hubiera sido mejor utilizar la voz en off de Machuca. A todo esto no sé por qué le pusieron Machuca, cuando debería llamarse algo parecido a “cabeza de zanahoria”, sobrenombre que aparece en el film para señalar a Gonzalo, verdadero protagonista de toda la historia.Aún así, el film nos ofrece la visión certera de una sociedad fragmentada que aún busca los por qué de tantas heridas sin cicatrizar.

9/23/2004

Batalla contra el sueño

Judi Dench es una actriz inglesa de vasta experiencia en teatro hasta que llegó a la pantalla grande en films como Shakespeare Enamorado o Chocolate. Sobresaliendo en todas ellas, logró un Oscar por su actuación en la primera de estas películas. Valga la pena nombrar a esta portentosa figura por lo curioso que resulta verla en un film de dudosa calidad como La Batalla de Riddick, dirigida por David Twohy.
Dench encarna a Aereon, la etérea habitante de la raza elemental quien verá cumplirse una a una las profesías del universo. Son momentos de tensión donde la raza de los necrotratantes van sometiendo a los planetas en una loca carrera por llegar a un incierto paraíso llamado “inframundo”. Pero que, según los vaticinios, sólo un furiano podría echar por tierra esas ambiciosas pretensiones.
Riddick (Vin Diesel) parece ser el último especimen de furianos soberbios que después de cinco años de cárcel logra escapar con el objeto de vengarse de quienes lo acusaron, sin conocerse los motivos de su condena. El encierro lo lleva a adquirir la capacidad de ver en la oscuridad. En esta solitaria cruzada, el fugitivo cambia de planes para ir tras el rescate de una antigua amiga (¿o amante?) encarcelada en Crematoria, un planeta donde el amanecer puede llegar a registrar más de 700 grados.
El Mariscal, líder de los necrotratantes, una vez que somete al planeta Helion 1, se empeña en atrapar a Riddick a fin de acabar con el destino aciago que amenaza el futuro de su raza: una progenie de vasallos donde la intriga y la traición se conjugan con la lealtad a la máxima de apoderarse de lo que uno mata. Por ello cuesta creer que en la última lucha Vaako (Thandie Newton) ceda tan fácilmente la supremacía al trono a una raza de guerreros enemigos.
Todo está encaminado para exhibir un gran despliegue de efectos especiales y exceso de anabólicos en planetas que parecen adquirir una personalidad y un desarrollo de mayor peso que la mayoría de los personajes cuasi humanos allí bosquejados. No hay claridad de los motivos que mueven a Kyra (Alexa Dávalos) a odiar primero y luego aceptar la compañía de Riddick, ni siquiera con la utilización de raccontos. Incluso cuesta creer que el antihéroe logre sobreponerse a ese abrasador amanecer con tan sólo rociar su cuerpo con una botella de agua mineral.Vuelvo a la figura siempre sólida de la “elemental”, como si Dench hubiera saldado las ganas de aparecer en algún film de Peter Jackson con algo tan precario. Entre cabeceos fue lo único que en breves momentos logró sacarme de una espantosa modorra.

9/17/2004

Al estilo mexicano

Acostumbrado a destacar en el cine independiente y menos comercial, a Alfonso Cuarón, director mexicano de Y Tu Mamá También, le fue encomendada la realización de la tercera versión en cine de Harry Potter, asumiendo la difícil tarea de continuar con los mismos actores que dejaron hace poco la niñez.
Difícil porque, a diferencias de sus predecesoras, en Harry Potter y el Prisionero de Azkabán, los tres protagonistas adoptaron un rol más rebelde que caracteriza el inicio de la adolescencia, reemplazando la vestimenta formal que utiliza la mayor parte de los colegios ingleses por los blue jeans y polerones.
Cuarón logra encantar por la cantidad de detalles expuestos como es el hecho de aparecer él mismo en uno de las pinturas vivientes de Hogwarts, o la introducción de figuras propias de la cultura azteca. Pormenores que parecen jugar en un film donde la competencia en escobas voladoras aparece sólo una vez, a fin de destacar la razón de ser de Potter: despejar la nebulosa intriga que rodea la muerte de sus padres.
En medio de impecables paisajes góticos, semejantes a los utilizados por Tim Burton en sus realizaciones, despuntan personajes de gran acierto como Buckbeak, animal mezcla de pájaro y caballo, o los tenebrosos Dementores que son los guardianes de la cárcel de Azkabán y que merodean en las cercanías de Howgarts para atrapar a Sirious Black, personaje que acercará a Potter aún más a su triste pasado.
La historia comienza con Potter de vacaciones en la casa de sus insoportables tíos, quebrantando la regla de no utilizar la magia en el mundo real. Esto lo llevará a refugiarse en el pub del Caldero Chorreante, sin percatarse del peligro que lo acecha con la escapatoria de Black.
La idea del niño huérfano en busca de su identidad no es una idea privativa de la cuentista británica J.K.Rowling, creadora de Potter. Charles Dickens aprovechó esta misma trama para crear emblemáticas novelas llevadas a la gran pantalla como Oliver Twist o David Copperfield. Héctor Malot, autor de Sin Familia, fue el precursor de la serie animada japonesa Remi que llegó a nuestra televisión al finalizar los 70.Tratándose de un film digerido en su mayoría por el público infantil, convendría contextualizar esta obra en el marco de una sociedad cristiana ya que, en círculos donde los valores suelen ser débiles, las sectas dedicadas al ocultismo suelen ir en aumento. En lo que respecta a la sana entretención, Cuarón ha puesto la vara alta para el inglés Mike Newell, quien será el responsable de dirigir la próxima versión de este cuento donde un gato negro o el simple hecho de pasar por debajo de una escalera pueden variar el destino.

9/10/2004

Impunidad sueca

Resulta raro que en una de las naciones más perfectas del mundo ocurran crímenes que queden en la más completa impunidad. El Último Contrato, del director Kjell Sundvall, retrata el crimen del ex Primer Ministro de Suecia Olof Palme, acaecido el 28 de febrero de 1986, con algunas imprecisiones.
Suecia es una nación con la tasa de homicidios más bajas de todo el planeta. Con casi nueve millones de habitantes, ocurren sólo 167 homicidios al año. En tanto que el nivel de participación en las elecciones democráticas supera el 85 por ciento. Estas dos facetas brillantes de esa nación servirán para bosquejar un film de altas pretensiones.
El agente Roger Nyman (Mikael Persbrandt), comprometido con su labor de investigar y develar la intriga que esconde un asesino conocido como “el artesano”, y que luego utiliza el falso nombre del periodista John Andrew Goles, está a punto de lograr desentrañar una red de terrorismo internacional cuando deciden marginarlo del caso. Esto despierta su obsesión por continuar con las pesquizas, situación que comienza a afectar su vida familiar.
El hecho verídico jamás fue resuelto y, de no encontrar culpables, la justicia sueca prescribirá el crimen en el 2011. Sundvall se arriesga en adoptar la tesis de un complot internacional en contra de un ministro que, en plena Guerra Fría, se demuestra en defensa de la OLP, en contra de la Guerra de Viet Nam y en pro del desarme nuclear de todo el eje escandinavo.
Sin embargo, para el público desconocedor de esta emblemática figura europea, resulta imprescindible involucrarse sentimentalmente con el ministro, quedando sólo la sensación de un político demagogo. Todo se resume a una persecución policíaca al estilo norteamericano pero con paisajes algo más fríos, tan gélidos como las escenas de amor y una pobreza de témpano con departamentos amueblados, que no es la nuestra.
Los raccontos están mal utilizados, destacándose la actuación de Michael Kitchen (el asesino). Habría sido más oportuno resaltar la figura del ex Premier en una trama donde la duda por conocer la verdad siguiera penando en las mentes de los espectadores.Suecia vivió un caso similar el 11 de septiembre del 2003, con el asesinato de la ministra de Relaciones Exteriores Anna Lindhl, mientras compraba en una tienda de Estocolmo. Palme fue asesinado a mansalva al salir de un cine. Nuestro continente parece haber instaurado este tipo de tropelías en su folclor, por ello faltó una buena cuota de pasión en un film que se mueve con acierto en la radicalización de la violencia innecesaria.

9/03/2004

Convertido ya en un personaje que hará historia en la animación, desde que hace diez años Hormiguitaz debutara en estas lides, Shrek II llega nuevamente a las pantallas de los cines con el decoro que impone su nueva vida de casado.
De regreso de su luna de miel, es hora que Shrek conozca a sus suegros: los reyes del Lugar Muy Lejano apareciendo en escena una cizañera Hada Madrina y su hijo, el Príncipe Encantador, quien estaba destinado en sus orígenes a desposar a Fiona. En su intento por revertir el destino de su hija, el rey Harold pactará con la hada a fin de eliminar a su yerno.
Feo como ninguno, Shrek demuestra que la belleza física no es requisito esencial para asegurar la felicidad. Mientras que todo el film es una apología a un síntoma de cansancio que muestra el mundo y dice relación con la deslumbrante vida que muestra la gran ciudad, en desmedro de la simpleza que reviste un pasar menos rimbombante en una humilde choza ubicada en medio de un pantano y con amigos realmente leales. La misma disyuntiva (pueblo/ciudad) se muestra con todo su brillo en El Señor de los Anillos, como indicios claros del desgaste de todo lo que huela a artificial.
El mismo Príncipe Encantador es el típico metrosexual moderno que usa lápiz labial en la fiesta que ofrece la realeza al pueblo. Este afán de desmitificar ídolos llevó a Dreamworks encontrar tantos adeptos, ridiculizando los cuentos de hadas edulcorados por la fórmula Disney. Sin embargo, esta segunda parte saca menos sonrisas que la primera, debido a diálogos menos hilarantes y con Fiona despojada de todo su encanto atrevido consintiendo en todo lo que ordenan padres y marido.
Hay pasajes memorables, como cuando la pareja llega al reino atravesando una avenida semejante a Beverly Hills, donde se encuentran las mansiones de luminarias como Cenicienta o Blancanieves. O como cuando, consciente de la escena más dramática de toda la película, el Gato con Botas se advierte a si mismo que no llorará.Lo interesante de la trama es develar la belleza que existe en la fealdad de los estereotipos de la vida moderna. El director español Pedro Almodóvar utiliza en sus producciones este recurso con personajes encarnados en actrices físicamente imperfectas como Rossie de Palma. Con Shrek II nos acercamos a un cuento aceptable, pero desprovisto del encanto sorpresivo que nos trajo en un comienzo. Tal vez el mayor acierto se halla en los temas musicales tomados del pop de los ochenta. Esperemos que este tipo de animaciones, aún en pañales, entregue trabajos más acabados.

8/27/2004

Héroe por accidente

Dispuesto a que esta segunda parte de El Hombre Araña encandilara por su portentoso presupuesto y efectos especiales, llegué prevenido de escuchar hacia el final los aplausos incondicionales de los seguidores del comic que ya cumplió 43 años.
Cercano a la cincuentena, desde que el creador del personaje Stan Lee y el dibujante Steve Ditko crearan a un Peter Parker tímido y retraído, hay que reconocer que el film de Sam Raimi logró conservar la lozanía del superhéroe original al rescatar la característica existencialista de Parker y al respetar el principal llamado del film que es, ante todo, divertir.
Tobey Maguire, en el papel protagónico, supo dotar a su personaje de la complejidad suficiente recurriendo al influjo de la mirada y la descripción de episodios claves para mostrar la contraposición de intereses en aceptar la misión de salvar a una ciudad sumida en la inseguridad, haciendo uso de sus poderes sobrehumanos, o continuar una vida mundana de noviazgo, estudios universitarios y trabajos mal remunerados. Son deberes que parecen incompatibles y es en esta disyuntiva que sobreviene una depresión que disminuye sus poderes.
La fórmula ideada parece ya conocida: el héroe enfrentado a la maquinaria destructora de Otto Octavius (Alfred Molina), un ambicioso científico que se muestra indiferente con la muerte de su esposa, con tal de recrear una fuente de energía tan poderosa como el sol. En medio de esta campaña perversa aparece el héroe, invadido por eventuales arrebatos de ira replanteándose la vida a cada momento. Con un final predecible, este film supera en varios grados lo mostrado por otras estrellas creadas por la industria Marvel.
En esta nueva secuela las ideas parecen estar mejor acabadas, salvo por escenas un tanto relamidas como, por ejemplo, cuando Parker queda sin monedas y continúa un monólogo parado frente a un teléfono público para expresar el temor de causar más daño que felicidad a la amada Mary Jane Watson (Kirsten Dunst), al exponerla a los peligros de la criminalidad. El Nobel colombiano Gabriel García Márquez asegura que el amor sólo puede ser derrotado por la vocación.La moraleja la repite el alma de su tío Ben: “con un gran poder viene una gran responsabilidad”. Algo similar ocurre en la escena final de El Nombre de la Rosa, dirigida por Jean Jacques Annaud, cuando el joven Adso Von Melk decide seguir a su maestro en el estudio y el conocimiento, en vez de establecerse en vida conyugal. Ahí radica la atracción de este film, con un antihéroe arrojando desde los rascacielos ciertas luces sobre una sombría ciudad de este siglo despojada de ejemplos supremos.

8/20/2004

Hombres lobo y vampiros

En excelentes películas de ciencia ficción o de terror, los engendros se convierten en un instrumento básico para explicar la conducta humana como en Blade Runner, de Ridley Scott. Con Underworld (traducido como Inframundo), dirigido por Len Wiseman, no pasa lo mismo. Con este film, da lo mismo ver a estos monstruos que dictaminan la norma (y los seres humanos, la rareza), que competir en una batalla campal de play station.
No existe un trabajo sólido que se sostenga por si solo en personajes de carácter, puesto que la trama aborda la lucha centenaria entre vampiros y hombres lobos (licántropos), con la supremacía de unos sobre otros en el correr de los siglos, enemistad que se explica sólo casi al final dejando en el trayecto cabos de datos sin resolver.
Si el tema principal se fundamenta en una historia de amor, semejante a Romeo y Julieta, no alcanza a ser fundamentada lo suficiente como para convencer si era realmente un romance o utilitarismo para salvar a una raza de monstruos. Selene (Kate Beckinsale) es una heroína que, en su intento por preservar el liderazgo de una especie de chupasangres, se percata del complot que trama uno de los miembros de su misma raza para crear una versión perfeccionada de vampiros renegando, posteriormente, de todo intento de salvación al enterarse de los motivos por los cuales su familia fue aniquilada.
Todo un puzzle por desentrañar, motivados por la traición y el amor filial. Tal parece que va cobrando cada vez más fuerza una nueva temática cinematográfica al mezclar vampiros con hombres lobos, tal como aconteció con Freddy Krueger y Jason. Claro que esta confusión llega a su punto cúspide con una clase de vampiros que se miran al espejo y que son salvados con ejercicios en el tórax a fin de hacer latir nuevamente sus corazones, sólo faltaba verlos saborear una ensalada ricamente aliñada con ajo y vino tinto.
Este film parece estar hecho para un grupo de adeptos por lo gótico, lo snob y el gusto por el cine gore, ya que los personajes transitan por una ciudad que parece estar en constante penumbra y, por supuesto, para los amantes de las artes marciales después de haber visto Matrix, pero se llevarán una ingrata decepción al percatarse que acá se exceden bastante en los disparos. Hay tan poca acrobacia física como argumento cautivador que impida el bostezo de vez en cuando.Mucho ruido y pocas nueces. Por el gusto de encontrarme nuevamente con una historia de terror interesante comencé a hojear Cujo, de Stephen King, para no quedar con las ganas.

8/13/2004

Quien te quiere...

Después de discutir con su marido, Pilar llega a casa de su hermana Ana en un profundo estado de nerviosismo y sólo allí se percata que aún llevaba puestas un par de pantuflas. Ana va a buscar algunas pertenencias de Pilar y se percata de la historia oscura que hay detrás al encontrar los reportes médicos que constatan la pérdida de un riñón, de retina, fracturas de rótulas y costillas.
Con “Te doy mis ojos”, el tercer film de la directora Iciar Bollain, hablamos de una nueva etapa del cine social español, con una historia de amor deformada por el flagelo de la violencia familiar que, en definitiva, es un mal que afecta a una de cada cuatro europeas.
Han pasado diez años de vida dura cuando Pilar y Antonio buscan diversos caminos para recuperar la armonía, sin lograrlo. En el intento de reconstruir su vida, Pilar trabaja en un museo donde se descubre como una sensible mujer, amante de las obras de arte.
Antonio la reconquista con obsequios junto con someterse a una terapia sicológica junto a un grupo hombres igualmente impotentes de controlar la ira bajo el techo de sus hogares. En una de las sesiones, dos de ellos intentan recrear una situación de conflicto en pareja, pero la comunicación no fluye. Mientras que, durante una de las salidas de Pilar con sus compañeras de trabajo, dos de ellas simulan las palabras de reconciliación que utilizaría una pareja que ven a lo lejos, dejando en claro que la capacidad para expresar sentimientos es baluarte femenino.
La historia destaca el drama que vive un hombre obsesionado por sus inseguridades, y que no supera el impulso de agredir al ser que demuestra una capacidad de entrega hasta “darle sus ojos” si es posible. Dolor que deja entrever cuando, desesperado por los celos imaginarios, cuestiona al sicólogo de por qué razones ella debería quedarse con él, y le responde “pues porque la quieres y no la amenazas ni al insultas, porque la cuidas”.Destaca el estoicismo de una mujer que debe luchar con una hermana que no comprende, con una cultura reflejada en una madre que la insta a volver al nido familiar, contra una religión que valora el sufrimiento en el cuadro La Dolorosa, contra la justicia por un policía incapaz de ver las heridas del alma y, más que nada, contra sus propios sentimientos que la llevan a doblegarse como persona. Faltó un acercamiento a la vida interior de Juan, el hijo, quien extraña al padre ausente pero no deja entrever su visión de las golpizas que padece la madre. Aún así, el premiado film del Festival de San Sebastián logra permear la sensibilidad de una sociedad donde el tema es tan fuerte como en Chile.

7/30/2004

La fragilidad del bien

Cuando todo parece adquirir el equilibrio deseado: riqueza, amor, vida familiar, aceptación y estatus social, algo gatilla en la conciencia de los individuos obligándolos a probar de la manzana prohibida. Con Dogville, la primera parte de una nueva trilogía del director danés Lars Von Trier, no hay ecuanimidad. O gusta o no. Lo cierto es que esta obra incomoda y remece conciencias.
En el papel protagónico, Nicole Kidman (Grace) impresiona con el papel de una cándida joven que llega a un pueblo perdido en las Montañas Rocosas de Estados Unidos, en la época de la depresión de los años 30, huyendo de unos gangsters. Dogville, de una treintena de habitantes, la recibe con recelos pero Tom Edison Jr. (Paul Bettany) se encarga de convencer a sus vecinos a fin de ofrecer asilo a la forastera.
Con el tiempo Grace y Tom se enamoran; la joven se gana la confianza del pueblo trabajando sin tregua, hasta que todos conocen las verdaderas razones de su escapatoria. Las luces del escenario cambian y los habitantes también. Es cuando afloran sus verdaderas personalidades: niños masoquistas, ciegos pervertidos, novios cínicos y mujeres explotadoras que despiertan la lujuria, la venganza y el orgullo de la víctima.
Pocos films han logrado retratar con tanto acierto la veleidosa naturaleza humana. Los imbricados motivos por los cuales el ser provisto repentinamente de poder, corrompe. Pasamos del amor a la traición, y de la amistad a la servidumbre interesada en lo sexual o laboral.
El film de Trier da un golpe de cátedra al jugar con la técnica cinematográfica valiéndose de las artes literarias y teatrales; algo semejante a lo que mostró la televisión de los 70 con la serial británica Yo Claudio. Cámara en mano, Trier obliga al espectador a adoptar el rol de Dios, mediante una visión amplia del escenario compuesto sólo por demarcaciones en el piso y elementos mínimos en decoración. A la acertada voz en off de John Hurt y los primeros planos, se suma un elenco de primer nivel (con Lauren Bacall y James Caan) que tienden a una actuación sin grandes arrebatos de ira o pasión, pero que logran llevarnos por el laberinto insólito de la conducta humana. Despojados de carne y grasa, el film es hueso en estado puro.El director, que criticó la cultura norteamericana en Bailando en la Oscuridad, vuelve con Dogville a poner el dedo en la llaga apuntando a una sociedad hipócritamente puritana y prosternada a lo mercantil. Basta fijarse en las fotografías de cierre, después de tres horas de duración que pasan volando.

7/23/2004

Fantasía para Mayores

Para el escritor peruano Mario Vargas Llosa “la irrealidad y las mentiras de la literatura son también un precioso vehículo para el conocimiento de verdades recónditas de la realidad humana”. La misma verdad recreada en la mirada certera de Tim Burton para relatarnos con El Gran Pez esas pequeñeces de la vida que la hacen tan grande.
La trama aborda el rompimiento de la relación entre padre e hijo, luego que éste último contrajera matrimonio. ¿La causa?: la costumbre empecinada de Edward Bloom (Albert Finney), de contar historias fantásticas de su vida. Cuando el padre sufre una embolia, parece que la muerte está cada vez más próxima. Es entonces cuando William Bloom (Billy Crudup), su hijo, decide reconciliarse. El film se arma con raccontos de la vida de Bloom con el ingenio de la fantasía.
Por un lado, nos encontramos con la parte objetiva de la historia con todo lo que ella acarrea: enfermedades, casos de infidelidad y enemistades familiares de larga separación. Y por el otro, la paciente espera de tres años para lograr el mínimo de datos que harán encontrarse a dos enamorados; un hombre lobo que, para Bloom, sólo es síntoma que “las cosas malas sólo son producto de la soledad y la falta de roce social”; sirenas inalcanzables; un regalo de diez mil narcisos; y el pueblo de Spectra, tan ideal como paralizante.
Y el pez. Aquel pez gigante que cruza la trama de toda la película. “El pez más grande alcanza ese tamaño porque nunca se deja pescar”, es el vaticinio que hace la bruja del pueblo a Bloom joven (Edward Mc Gregor) en medio de una despedida que le brindan sus habitantes, antes de dedicarse a recorrer el mundo junto a un gigante.
Es un cuento que apela a la valentía de asumir los sueños con decisión, en medio de un mundo que pregona en los noticieros la inseguridad. Asimismo, es un llamado a transformar la burda realidad, y que es una técnica que los sicólogos manejan a la perfección en sus consultas. Porque están los que viven con lo mínimo para subsistir y quienes a partir de esa realidad lacerante, son capaces de añadir valor agregado con misticismo y sorpresa.Apreciamos un Burton increíble tras reponerse del descalabro cometido con El Planeta de los Simios, con una temática que aparece en La Vida es Bella de Roberto Benigni o El Imperio del Sol, de Steven Spielberg. Un film bello que nos deja el buen sabor de la reconciliación y el valor de la imaginación que apela, en última instancia, a los sueños; esos mismos que nos alejan de la frialdad contable de la jornada cada vez que posamos la cabeza en una almohada.

7/16/2004

Un Cercano Mañana

Con más acierto que otros films de ciencia ficción que han tratado la invasión de extraterrestres o el choque de meteoritos con las aguas del Atlántico, El Día Después de Mañana, del alemán Roland Emmerich, se arma en base a datos reales.
Con una historia que no supera el testeo de calidad del buen cine, la trama comienza con el asombro de los científicos al descubrir que los hielos de los polos se derriten a una velocidad inusual, razones que llaman la atención del paleoclitomatólogo Jack Hall (Denis Quaid) quien se embarca en la titánica tarea de convencer a las autoridades de gobierno para evacuar la mitad del país hacia México, debido al enfriamiento global del casquete norte de la tierra en cuestión de horas y, asimismo, salvar a su hijo.
Aparecen aquí personajes que se muestran como héroes increíblemente decididos a enfrentar el clima extremo, exentos de debilidades morales. Basta recordar la ocasión en que los padres de Sam Hall (Jake Gyllenhaal) reciben la noticia de la desaparición de su hijo, con una actitud demasiado complaciente.
La gracia recae una vez más en los efectos especiales y el cameo embriagador del lento proceso de enfriamiento de la estatua de la libertad y la bandera norteamericana. Una metáfora que se reafirma con el perdonazo de la deuda externa de México si esta nación permite la oleada inmigratoria de sus vecinos del norte.
Los más contentos con la obra son las agrupaciones ecologistas como Global Exchange y Rainforest Action Network, quienes hicieron vista gorda de la calidad de la cinta para lanzarse en una campaña de sensibilización de los peligros que encierra el calentamiento global. Hoy se reafirman teorías lanzadas hace más de cien años por el Premio Nobel de Química 1903, el científico sueco Svante Arrhenius.
De hecho, hay datos de un informe el Pentágono que señala la veracidad científica del efecto invernadero por la emisión de CO2 a la atmósfera. Ello provocaría una serie de cambios climáticos en los próximos 50 años. Recordemos que las industrias petroleras son las principales responsables de la emisión de gases; razón de sobra para que naciones industrializadas como Australia y Estados Unidos nieguen ratificar el Protocolo de Kioto que las compromete a reducir los índices de seis gases en un 5,2 por ciento entre el 2008 y el 2012.Tal como señala poéticamente el film, todo comienza con el uso mal intencionado de la razón, al salvar de las llamas la Biblia de Gutemberg como el último vestigio de una etapa inútil del pensamiento y el comienzo de otra más amigable con el entorno. Basta que aparezcan películas que aborden el infierno de la sobrepoblación o la contaminación de la aguas para convencernos de la impotencia humana frente a su propio descontrol.

7/09/2004

Monstruos de Florida

Según palabras del desaparecido escritor chileno Adolfo Couve, la belleza no es la idea que tenemos de ella; “es más áspera, tosca, no fatiga, no es esplendorosa. La belleza tiene algo de amargo, doloroso, aparece en lo modesto y en lo mínimo”. Estas palabras grafican a la perfección el impacto que ha provocado Monster, el film de la novata directora Patty Jenkins, al tratar la vida de la asesina en serie Aileen Wuornos.
Cuando en octubre del 2002 en Florida se cernía un futuro aciago sobre Wuornos, Jenkins llevaba avanzada buena parte de su investigación, después de una gran cobertura del caso que incluyó la aparición de dos contundentes documentales del realizador alemán Nick Broomfield. Es por ello que el aclamado film en Berlín y Hollywood dejó de lado los detalles parciales del juicio, la vida íntima de las siete víctimas y la escabrosa complicidad de la policía norteamericana.
Nos encontramos de frentón con el lado humano de una prostituta de blue jeans, víctima de una violación a los 8 años de edad, enfrentada al dilema de si valía la pena seguir viviendo. Pero he aquí que llega a su rostro la caricia sincera de manos de una joven interpretada por Christina Ricci (Los Locos Adams) para reanudar el hilo de su vida en una relación lésbica.
El amor trae un nuevo sentido a su existencia y, en el intento de llevar una vida normal, Wuornos choca con una sociedad incapaz de dar cabida una marginal de las calles. De regreso a la prostitución, después de haber superado al lado de Selby Wall (Ricci) el trauma de subirse a uno de esos “monstruos” que constituía la rueda de la fortuna, reacciona a punta de cañón contra quienes intentan agredirla física y verbalmente. La trama se desarrolla en forma sencilla, con un guión simple, el acertado recurso de la voz en off, una ambientación acertada de los años ochenta y personajes estoicamente bellos.
El pretexto de ver a la hermosa modelo sudafricana Charlize Theron, quien personifica a la asesina con 15 kilos de más y dentadura postiza, se convierte lentamente en un pretexto para olvidar el detalle y adentrarse en un personaje totalmente creíble pero, a ratos, ansioso. Es una mujer violenta que ha crecido en el desprecio de una sociedad inhumana, conservando en su oscura mirada el idealismo infantil de alcanzar algún día el amor o la fama que la redima del vacío. Otras luminarias del celuloide han recurrido a los mismos recursos en dramas tan consistentes como The Hours con Nicole Kidman, o Ironweed con Meryl Streep.La biografía, que roza sutilmente la arenga feminista, se precipita hacia la traición de la amada y la condena final, que es un desafío lanzado por Wuornos en una mirada certera hacia el espectador. Cabe preguntarse, ¿qué pasaría si el cine se adentrara en la piel de un sanguinario asesino chileno, antes de morir?

7/02/2004

Troya

“Los dioses nos envidian por ser mortales”, dice Aquiles en uno de los pasajes de Troya, el anunciado film de Wolfgang Petersen, constituyendo la inmortalidad uno de los motivos que guiará gran parte del desarrollo de una historia, a ratos, ambivalente.
A pesar de no ajustarse de lleno al poema de Homero, la cinta logra sustentar tres ideas básicas: el deseo de inmortalidad, la traición y la ambición; con un Aquiles que sólo busca consolidarse como héroe para la posteridad; la traición y el engaño al arrebatar la mujer amada a un ambicioso adversario; y la codicia por ganar territorios en las vecindades del mar Egeo. Estos son los ingredientes que entretejen una aventura donde prevalecen las pequeñas confusiones de alcoba hasta llegar al enfrentamiento bélico de Troya y Esparta, relegando la enemistad entre Agamenón y Aquiles a un segundo plano.
Sin embargo, no es un film apto para que estudiantes hagan un resumen de lo acontecido, ya que le director realiza una adaptación de la obra ajustándola a los cánones propios de la cinematografía, y que gravita en hechos lejanos a la obra original. La película toma a Patroclo como primo y no como amigo de la infancia de Aquiles; Briseida aparece como princesa y no como esclava; y con un final lejano a los dictámenes del libro: para Homero era mejor que Helena regresara a los brazos de Menelao.
La desfiguración de la historia épica queda superada por una ambientación de primer nivel. Para ello la filmación recreó lugares de la Grecia clásica de hace más de tres mil años con locaciones en México y Malta. Hay de por medio una investigación acuciosa de los lugares y los implementos que utilizaban los griegos en la antigüedad, llevando el detalle al paroxismo al crear el famoso caballo a una escala de doce metros de alto y con un peso de doce toneladas. Lo mismo ocurre con la aparición de dos barcos reales que fueron multiplicados por mil, gracias a los ingenios de los efectos especiales utilizados con bastante discreción.
La cinta se asemeja a ratos a Gladiador, sin lograr el apego que crean los personajes del film de Ridley Scott. En su mayoría interactúan personajes fríos, carentes de fuerza dramática. Por ello, la escena de mayor peso histriónico se encuentra encarnada en la acertada actuación de un septuagenario Peter O’Toole quien hace de Príamo, rey de Troya, y que parece fortificarse en su debilidad de padre en son de ruego, al lado de Aquiles (Brad Pitt) tratando de recuperar el cuerpo sin vida de su hijo Héctor.El film cierra su decisión de apegarse lo más posible a la realidad histórica y menos en la literaria, erradicando de plano los aspectos mitológicos que otros directores han sacado buen provecho, como en la trilogía de El Señor de los Anillos. Ni siquiera figuran utilizando recursos análogos, sin recurrir a los efectos especiales. Con este film, Petersen acaba de protagonizar su propia historia, al provocar descontento en la corte dorada del monte Olimpo.

6/25/2004

Van Helsing

Sólo el título ya invocaba una historia diferente a los cientos de films que abordan el tema de los vampiros, desde que Bran Stoker publicara Drácula en 1897. Me imaginaba ver, en el contexto de la obra inglesa, a un anciano doctor, canoso y decidido a terminar con el origen del mal. Sin embargo, por más que un joven Van Helsing deslumbrara con sus acrobacias en la recreación del director Stephen Sommers (La Momia), siento que faltó algo más que la figuración anciana como personaje central.
Para quienes leyeron la novela de Stoker, se percatarán de las escasas semejanzas que hay entre la obra original y la película. Aparecen, es cierto, Drácula y Van Helsing, cuestión que llevó a otros realizadores a cambiar estos nombres, debido a la negación de los herederos de Stoker a hacer concesiones con los derechos del autor.
Acá aparece un centenario Drácula desesperado por obtener descendencia, sin entrar en las complejidades sicológicas que ello involucra. Mientras que un Van Helsing poco docto se hace asesorar por los conocimientos de un monje, que pertenece a una logia del Vaticano, para salvar la estirpe de un antiguo defensor del cristianismo quien, para desazón de sus descendientes, sólo tendrá la oportunidad de alcanzar el cielo al morir el mandamás de los vampiros en un lapso que no debe superar la generación actual.
El tiempo apremia, y la última generación de hermanos se desviven en una lucha sin cuartel en las tinieblas de Transilvania, pero uno de ellos muere. La misión recae sólo en Anne Valerious (Kate Beckinsale), quien recibe la ayuda providencial de Van Helsing (Hugh Jackman): un cazavampiros poseedor de un extenso currículo donde se encuentra la no despreciable cuota de matar al propio Jeckill y Mrs. Hide y a hombres lobo. Todo un caza monstruos que bien podría dar para un estilo de películas del corte Scary Movie.
En la historia del cine de los “no vivos”, el celuloide nos ha dado personajes memorables como el profesor Ambrosius (Jack Mac Gowran), un viejo sabio y medio despistado parecido al Profesor Chapatín, que dio vida a la comedia genial de Roman Polanski La Danza de los Vampiros en 1967. En tanto que con Entrevista con un Vampiro (1994), nos encontramos con un cuestionamiento a la condición de vivir eternamente, un tema que se encuentra hilvanada profundamente en la novela de Anne Rice que originó el film. O si de terror intenso se trata, hay que nombrar La Noche del Vampiro, exhibida en Chile como serial para televisión en 1979, o Drácula de Francis Ford Coppola, realizada en 1992.
La obra de Sommers adolece de cualquiera de las cualidades descritas. Es más, para cualquiera de las generaciones hijas del play station e internet, las prolongadas conversaciones que sostienen los vampiros con sus víctimas antes de atacar, parecen realmente inverosímiles. Anne Valerious, antes de empalar a la última vampira, se da el lujo de prevenirle de hablar menos y de actuar más.Si el principal atractivo de este tipo de películas se halla en los efectos especiales o el nivel de adrenalina a evacuar por segundo, creo que es mejor desempolvar rememoranzas vampirezcas en blanco y negro o en los comienzos del cine a color para recibir terror con boletos asegurados.