9/10/2004

Impunidad sueca

Resulta raro que en una de las naciones más perfectas del mundo ocurran crímenes que queden en la más completa impunidad. El Último Contrato, del director Kjell Sundvall, retrata el crimen del ex Primer Ministro de Suecia Olof Palme, acaecido el 28 de febrero de 1986, con algunas imprecisiones.
Suecia es una nación con la tasa de homicidios más bajas de todo el planeta. Con casi nueve millones de habitantes, ocurren sólo 167 homicidios al año. En tanto que el nivel de participación en las elecciones democráticas supera el 85 por ciento. Estas dos facetas brillantes de esa nación servirán para bosquejar un film de altas pretensiones.
El agente Roger Nyman (Mikael Persbrandt), comprometido con su labor de investigar y develar la intriga que esconde un asesino conocido como “el artesano”, y que luego utiliza el falso nombre del periodista John Andrew Goles, está a punto de lograr desentrañar una red de terrorismo internacional cuando deciden marginarlo del caso. Esto despierta su obsesión por continuar con las pesquizas, situación que comienza a afectar su vida familiar.
El hecho verídico jamás fue resuelto y, de no encontrar culpables, la justicia sueca prescribirá el crimen en el 2011. Sundvall se arriesga en adoptar la tesis de un complot internacional en contra de un ministro que, en plena Guerra Fría, se demuestra en defensa de la OLP, en contra de la Guerra de Viet Nam y en pro del desarme nuclear de todo el eje escandinavo.
Sin embargo, para el público desconocedor de esta emblemática figura europea, resulta imprescindible involucrarse sentimentalmente con el ministro, quedando sólo la sensación de un político demagogo. Todo se resume a una persecución policíaca al estilo norteamericano pero con paisajes algo más fríos, tan gélidos como las escenas de amor y una pobreza de témpano con departamentos amueblados, que no es la nuestra.
Los raccontos están mal utilizados, destacándose la actuación de Michael Kitchen (el asesino). Habría sido más oportuno resaltar la figura del ex Premier en una trama donde la duda por conocer la verdad siguiera penando en las mentes de los espectadores.Suecia vivió un caso similar el 11 de septiembre del 2003, con el asesinato de la ministra de Relaciones Exteriores Anna Lindhl, mientras compraba en una tienda de Estocolmo. Palme fue asesinado a mansalva al salir de un cine. Nuestro continente parece haber instaurado este tipo de tropelías en su folclor, por ello faltó una buena cuota de pasión en un film que se mueve con acierto en la radicalización de la violencia innecesaria.

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