7/30/2004

La fragilidad del bien

Cuando todo parece adquirir el equilibrio deseado: riqueza, amor, vida familiar, aceptación y estatus social, algo gatilla en la conciencia de los individuos obligándolos a probar de la manzana prohibida. Con Dogville, la primera parte de una nueva trilogía del director danés Lars Von Trier, no hay ecuanimidad. O gusta o no. Lo cierto es que esta obra incomoda y remece conciencias.
En el papel protagónico, Nicole Kidman (Grace) impresiona con el papel de una cándida joven que llega a un pueblo perdido en las Montañas Rocosas de Estados Unidos, en la época de la depresión de los años 30, huyendo de unos gangsters. Dogville, de una treintena de habitantes, la recibe con recelos pero Tom Edison Jr. (Paul Bettany) se encarga de convencer a sus vecinos a fin de ofrecer asilo a la forastera.
Con el tiempo Grace y Tom se enamoran; la joven se gana la confianza del pueblo trabajando sin tregua, hasta que todos conocen las verdaderas razones de su escapatoria. Las luces del escenario cambian y los habitantes también. Es cuando afloran sus verdaderas personalidades: niños masoquistas, ciegos pervertidos, novios cínicos y mujeres explotadoras que despiertan la lujuria, la venganza y el orgullo de la víctima.
Pocos films han logrado retratar con tanto acierto la veleidosa naturaleza humana. Los imbricados motivos por los cuales el ser provisto repentinamente de poder, corrompe. Pasamos del amor a la traición, y de la amistad a la servidumbre interesada en lo sexual o laboral.
El film de Trier da un golpe de cátedra al jugar con la técnica cinematográfica valiéndose de las artes literarias y teatrales; algo semejante a lo que mostró la televisión de los 70 con la serial británica Yo Claudio. Cámara en mano, Trier obliga al espectador a adoptar el rol de Dios, mediante una visión amplia del escenario compuesto sólo por demarcaciones en el piso y elementos mínimos en decoración. A la acertada voz en off de John Hurt y los primeros planos, se suma un elenco de primer nivel (con Lauren Bacall y James Caan) que tienden a una actuación sin grandes arrebatos de ira o pasión, pero que logran llevarnos por el laberinto insólito de la conducta humana. Despojados de carne y grasa, el film es hueso en estado puro.El director, que criticó la cultura norteamericana en Bailando en la Oscuridad, vuelve con Dogville a poner el dedo en la llaga apuntando a una sociedad hipócritamente puritana y prosternada a lo mercantil. Basta fijarse en las fotografías de cierre, después de tres horas de duración que pasan volando.

7/23/2004

Fantasía para Mayores

Para el escritor peruano Mario Vargas Llosa “la irrealidad y las mentiras de la literatura son también un precioso vehículo para el conocimiento de verdades recónditas de la realidad humana”. La misma verdad recreada en la mirada certera de Tim Burton para relatarnos con El Gran Pez esas pequeñeces de la vida que la hacen tan grande.
La trama aborda el rompimiento de la relación entre padre e hijo, luego que éste último contrajera matrimonio. ¿La causa?: la costumbre empecinada de Edward Bloom (Albert Finney), de contar historias fantásticas de su vida. Cuando el padre sufre una embolia, parece que la muerte está cada vez más próxima. Es entonces cuando William Bloom (Billy Crudup), su hijo, decide reconciliarse. El film se arma con raccontos de la vida de Bloom con el ingenio de la fantasía.
Por un lado, nos encontramos con la parte objetiva de la historia con todo lo que ella acarrea: enfermedades, casos de infidelidad y enemistades familiares de larga separación. Y por el otro, la paciente espera de tres años para lograr el mínimo de datos que harán encontrarse a dos enamorados; un hombre lobo que, para Bloom, sólo es síntoma que “las cosas malas sólo son producto de la soledad y la falta de roce social”; sirenas inalcanzables; un regalo de diez mil narcisos; y el pueblo de Spectra, tan ideal como paralizante.
Y el pez. Aquel pez gigante que cruza la trama de toda la película. “El pez más grande alcanza ese tamaño porque nunca se deja pescar”, es el vaticinio que hace la bruja del pueblo a Bloom joven (Edward Mc Gregor) en medio de una despedida que le brindan sus habitantes, antes de dedicarse a recorrer el mundo junto a un gigante.
Es un cuento que apela a la valentía de asumir los sueños con decisión, en medio de un mundo que pregona en los noticieros la inseguridad. Asimismo, es un llamado a transformar la burda realidad, y que es una técnica que los sicólogos manejan a la perfección en sus consultas. Porque están los que viven con lo mínimo para subsistir y quienes a partir de esa realidad lacerante, son capaces de añadir valor agregado con misticismo y sorpresa.Apreciamos un Burton increíble tras reponerse del descalabro cometido con El Planeta de los Simios, con una temática que aparece en La Vida es Bella de Roberto Benigni o El Imperio del Sol, de Steven Spielberg. Un film bello que nos deja el buen sabor de la reconciliación y el valor de la imaginación que apela, en última instancia, a los sueños; esos mismos que nos alejan de la frialdad contable de la jornada cada vez que posamos la cabeza en una almohada.

7/16/2004

Un Cercano Mañana

Con más acierto que otros films de ciencia ficción que han tratado la invasión de extraterrestres o el choque de meteoritos con las aguas del Atlántico, El Día Después de Mañana, del alemán Roland Emmerich, se arma en base a datos reales.
Con una historia que no supera el testeo de calidad del buen cine, la trama comienza con el asombro de los científicos al descubrir que los hielos de los polos se derriten a una velocidad inusual, razones que llaman la atención del paleoclitomatólogo Jack Hall (Denis Quaid) quien se embarca en la titánica tarea de convencer a las autoridades de gobierno para evacuar la mitad del país hacia México, debido al enfriamiento global del casquete norte de la tierra en cuestión de horas y, asimismo, salvar a su hijo.
Aparecen aquí personajes que se muestran como héroes increíblemente decididos a enfrentar el clima extremo, exentos de debilidades morales. Basta recordar la ocasión en que los padres de Sam Hall (Jake Gyllenhaal) reciben la noticia de la desaparición de su hijo, con una actitud demasiado complaciente.
La gracia recae una vez más en los efectos especiales y el cameo embriagador del lento proceso de enfriamiento de la estatua de la libertad y la bandera norteamericana. Una metáfora que se reafirma con el perdonazo de la deuda externa de México si esta nación permite la oleada inmigratoria de sus vecinos del norte.
Los más contentos con la obra son las agrupaciones ecologistas como Global Exchange y Rainforest Action Network, quienes hicieron vista gorda de la calidad de la cinta para lanzarse en una campaña de sensibilización de los peligros que encierra el calentamiento global. Hoy se reafirman teorías lanzadas hace más de cien años por el Premio Nobel de Química 1903, el científico sueco Svante Arrhenius.
De hecho, hay datos de un informe el Pentágono que señala la veracidad científica del efecto invernadero por la emisión de CO2 a la atmósfera. Ello provocaría una serie de cambios climáticos en los próximos 50 años. Recordemos que las industrias petroleras son las principales responsables de la emisión de gases; razón de sobra para que naciones industrializadas como Australia y Estados Unidos nieguen ratificar el Protocolo de Kioto que las compromete a reducir los índices de seis gases en un 5,2 por ciento entre el 2008 y el 2012.Tal como señala poéticamente el film, todo comienza con el uso mal intencionado de la razón, al salvar de las llamas la Biblia de Gutemberg como el último vestigio de una etapa inútil del pensamiento y el comienzo de otra más amigable con el entorno. Basta que aparezcan películas que aborden el infierno de la sobrepoblación o la contaminación de la aguas para convencernos de la impotencia humana frente a su propio descontrol.

7/09/2004

Monstruos de Florida

Según palabras del desaparecido escritor chileno Adolfo Couve, la belleza no es la idea que tenemos de ella; “es más áspera, tosca, no fatiga, no es esplendorosa. La belleza tiene algo de amargo, doloroso, aparece en lo modesto y en lo mínimo”. Estas palabras grafican a la perfección el impacto que ha provocado Monster, el film de la novata directora Patty Jenkins, al tratar la vida de la asesina en serie Aileen Wuornos.
Cuando en octubre del 2002 en Florida se cernía un futuro aciago sobre Wuornos, Jenkins llevaba avanzada buena parte de su investigación, después de una gran cobertura del caso que incluyó la aparición de dos contundentes documentales del realizador alemán Nick Broomfield. Es por ello que el aclamado film en Berlín y Hollywood dejó de lado los detalles parciales del juicio, la vida íntima de las siete víctimas y la escabrosa complicidad de la policía norteamericana.
Nos encontramos de frentón con el lado humano de una prostituta de blue jeans, víctima de una violación a los 8 años de edad, enfrentada al dilema de si valía la pena seguir viviendo. Pero he aquí que llega a su rostro la caricia sincera de manos de una joven interpretada por Christina Ricci (Los Locos Adams) para reanudar el hilo de su vida en una relación lésbica.
El amor trae un nuevo sentido a su existencia y, en el intento de llevar una vida normal, Wuornos choca con una sociedad incapaz de dar cabida una marginal de las calles. De regreso a la prostitución, después de haber superado al lado de Selby Wall (Ricci) el trauma de subirse a uno de esos “monstruos” que constituía la rueda de la fortuna, reacciona a punta de cañón contra quienes intentan agredirla física y verbalmente. La trama se desarrolla en forma sencilla, con un guión simple, el acertado recurso de la voz en off, una ambientación acertada de los años ochenta y personajes estoicamente bellos.
El pretexto de ver a la hermosa modelo sudafricana Charlize Theron, quien personifica a la asesina con 15 kilos de más y dentadura postiza, se convierte lentamente en un pretexto para olvidar el detalle y adentrarse en un personaje totalmente creíble pero, a ratos, ansioso. Es una mujer violenta que ha crecido en el desprecio de una sociedad inhumana, conservando en su oscura mirada el idealismo infantil de alcanzar algún día el amor o la fama que la redima del vacío. Otras luminarias del celuloide han recurrido a los mismos recursos en dramas tan consistentes como The Hours con Nicole Kidman, o Ironweed con Meryl Streep.La biografía, que roza sutilmente la arenga feminista, se precipita hacia la traición de la amada y la condena final, que es un desafío lanzado por Wuornos en una mirada certera hacia el espectador. Cabe preguntarse, ¿qué pasaría si el cine se adentrara en la piel de un sanguinario asesino chileno, antes de morir?

7/02/2004

Troya

“Los dioses nos envidian por ser mortales”, dice Aquiles en uno de los pasajes de Troya, el anunciado film de Wolfgang Petersen, constituyendo la inmortalidad uno de los motivos que guiará gran parte del desarrollo de una historia, a ratos, ambivalente.
A pesar de no ajustarse de lleno al poema de Homero, la cinta logra sustentar tres ideas básicas: el deseo de inmortalidad, la traición y la ambición; con un Aquiles que sólo busca consolidarse como héroe para la posteridad; la traición y el engaño al arrebatar la mujer amada a un ambicioso adversario; y la codicia por ganar territorios en las vecindades del mar Egeo. Estos son los ingredientes que entretejen una aventura donde prevalecen las pequeñas confusiones de alcoba hasta llegar al enfrentamiento bélico de Troya y Esparta, relegando la enemistad entre Agamenón y Aquiles a un segundo plano.
Sin embargo, no es un film apto para que estudiantes hagan un resumen de lo acontecido, ya que le director realiza una adaptación de la obra ajustándola a los cánones propios de la cinematografía, y que gravita en hechos lejanos a la obra original. La película toma a Patroclo como primo y no como amigo de la infancia de Aquiles; Briseida aparece como princesa y no como esclava; y con un final lejano a los dictámenes del libro: para Homero era mejor que Helena regresara a los brazos de Menelao.
La desfiguración de la historia épica queda superada por una ambientación de primer nivel. Para ello la filmación recreó lugares de la Grecia clásica de hace más de tres mil años con locaciones en México y Malta. Hay de por medio una investigación acuciosa de los lugares y los implementos que utilizaban los griegos en la antigüedad, llevando el detalle al paroxismo al crear el famoso caballo a una escala de doce metros de alto y con un peso de doce toneladas. Lo mismo ocurre con la aparición de dos barcos reales que fueron multiplicados por mil, gracias a los ingenios de los efectos especiales utilizados con bastante discreción.
La cinta se asemeja a ratos a Gladiador, sin lograr el apego que crean los personajes del film de Ridley Scott. En su mayoría interactúan personajes fríos, carentes de fuerza dramática. Por ello, la escena de mayor peso histriónico se encuentra encarnada en la acertada actuación de un septuagenario Peter O’Toole quien hace de Príamo, rey de Troya, y que parece fortificarse en su debilidad de padre en son de ruego, al lado de Aquiles (Brad Pitt) tratando de recuperar el cuerpo sin vida de su hijo Héctor.El film cierra su decisión de apegarse lo más posible a la realidad histórica y menos en la literaria, erradicando de plano los aspectos mitológicos que otros directores han sacado buen provecho, como en la trilogía de El Señor de los Anillos. Ni siquiera figuran utilizando recursos análogos, sin recurrir a los efectos especiales. Con este film, Petersen acaba de protagonizar su propia historia, al provocar descontento en la corte dorada del monte Olimpo.