7/23/2004

Fantasía para Mayores

Para el escritor peruano Mario Vargas Llosa “la irrealidad y las mentiras de la literatura son también un precioso vehículo para el conocimiento de verdades recónditas de la realidad humana”. La misma verdad recreada en la mirada certera de Tim Burton para relatarnos con El Gran Pez esas pequeñeces de la vida que la hacen tan grande.
La trama aborda el rompimiento de la relación entre padre e hijo, luego que éste último contrajera matrimonio. ¿La causa?: la costumbre empecinada de Edward Bloom (Albert Finney), de contar historias fantásticas de su vida. Cuando el padre sufre una embolia, parece que la muerte está cada vez más próxima. Es entonces cuando William Bloom (Billy Crudup), su hijo, decide reconciliarse. El film se arma con raccontos de la vida de Bloom con el ingenio de la fantasía.
Por un lado, nos encontramos con la parte objetiva de la historia con todo lo que ella acarrea: enfermedades, casos de infidelidad y enemistades familiares de larga separación. Y por el otro, la paciente espera de tres años para lograr el mínimo de datos que harán encontrarse a dos enamorados; un hombre lobo que, para Bloom, sólo es síntoma que “las cosas malas sólo son producto de la soledad y la falta de roce social”; sirenas inalcanzables; un regalo de diez mil narcisos; y el pueblo de Spectra, tan ideal como paralizante.
Y el pez. Aquel pez gigante que cruza la trama de toda la película. “El pez más grande alcanza ese tamaño porque nunca se deja pescar”, es el vaticinio que hace la bruja del pueblo a Bloom joven (Edward Mc Gregor) en medio de una despedida que le brindan sus habitantes, antes de dedicarse a recorrer el mundo junto a un gigante.
Es un cuento que apela a la valentía de asumir los sueños con decisión, en medio de un mundo que pregona en los noticieros la inseguridad. Asimismo, es un llamado a transformar la burda realidad, y que es una técnica que los sicólogos manejan a la perfección en sus consultas. Porque están los que viven con lo mínimo para subsistir y quienes a partir de esa realidad lacerante, son capaces de añadir valor agregado con misticismo y sorpresa.Apreciamos un Burton increíble tras reponerse del descalabro cometido con El Planeta de los Simios, con una temática que aparece en La Vida es Bella de Roberto Benigni o El Imperio del Sol, de Steven Spielberg. Un film bello que nos deja el buen sabor de la reconciliación y el valor de la imaginación que apela, en última instancia, a los sueños; esos mismos que nos alejan de la frialdad contable de la jornada cada vez que posamos la cabeza en una almohada.

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