10/30/2007

Mariposa juvenil

Era aún un niño cuando vi esta película por vez primera. Sólo recordaba una escena, de cuando un joven ciego intenta conocer a su vecina palpándole el rostro y se asusta al darse cuenta que tenía pestañas postizas y peluca. Era todo lo que tenía en mente hasta que el canal de los clásicos del cable me devolvió la memoria completa.
Se trata de “Las mariposas son libres”, del director Milton Katseles, hecha en 1972. Es lo más hippie que he visto con el amor, en medio de las flores de la adolescencia, como plato de fondo, en una comedia que dio a conocer a una novata Goldie Hawn y un desconocido Edward Albert.
Una joven llega hasta San Francisco, la capital del mundo hippie, para abrirse camino en el mundo del teatro. Llega a vivir a un apartamento, cuyo vecino es un joven ciego y adinerado que intentará durante un mes librarse del yugo de su madre. Se conocen, se hacen amigos y, quizás, se enamoran.
Él es un chico inteligente y sensible; ella, una mariposa sin mayores preocupaciones. El amor juvenil despierta en esta verdadera radiografía de uno de los movimientos sociales de grandes repercusiones para el siglo que estaba por venir (la corriente ecológica es una de estas vertientes que se gestó en esa época, así como nuestra infamada píldora del día después). Los hippies de San Francisco hacían nata en las calles con sus collares, sus blusas floreadas y sus puchos de macoña.
A estas alturas sería un documental, de no ser porque está basada en una irrealidad que tiene mucho de verdad. Al amor erótico se suma el sentimiento de una madre aprehensiva (genial Hielen Heckart), con los mejor que tiene el film: las hilarantes conversaciones que tiene la madre con la desarrapada muchacha y, después, con el amigo de ésta. Cómo no olvidar la escena en que la señora ofrece una manzana a la joven y ella no recuerda bien en donde vio una escena similar...Estupendo para los amantes del vintage; un estímulo al sentido del humor sincero; y una peculiar forma de buscar la autorrealización juvenil, sino fuera por ese ya particular final autocomplaciente del cine norteamericano. Lo deficiente: carece de una banda sonora de lujo. Lo curioso: todo ocurre en esos apartamentos que hoy conocemos como loft y que antes eran considerados como verdaderas ratoneras citadinas.

10/22/2007

¿Iletrados tercermundistas?

“Borat”, del director Larry Charles, es la demostración genuina de la decadencia del imperio americano. Valga la observación no por las grietas que pueda estar sufriendo Estados Unidos, sino todo lo contrario: acá un país tercermundista como Kazajstán es expuesto como una horda de iletrados, sorprendidos y apabullados por el grado de civilización americano manifestado hasta en las costumbres de usar papel higiénico.
Borat es el nombre del mejor periodista que posee el infamado país europeo. El film comienza con una radiografía de las calles miserables y el estilo de vida retrasado de Kazajstán (valga nombrar que esta nación hizo un reclamo formal ante la embajada de Estados Unidos). Borat viaja a Norteamérica para aprender sus costumbres junto a su productor, un regordete personaje que anuncia la llegada a la gran comedia del séptimo arte a unos renovados Laurel y Hardy del documental.
Pero después todo se despeña en un absurdo que deja el manejo de personajes que más parecen actores que ciudadanos comunes y corrientes. Es que Borat debería haber llegado para ridiculizar a la ciudadanía norteamericana basándose en una supuesta intolerancia yanki de manera natural, pero ocurre todo lo contrario.
Uno de los primeros entrevistados anuncia el fracasado humor de la cinta, cuando señala que “aquí no nos burlamos de aquello que no escogemos” y es precisamente ahí adonde apunta la comicidad de Charles, tratando infructuosamente de acometer contra los judíos, los evangélicos, las mujeres y los homosexuales; salvo algunas advertencias hacia un país radicalizado en la venta de armas y un nacionalismo exacerbado, le resto de las críticas están dirigidas hacia un Borat bastante intolerante.Con serias incongruencias, la cinta transforma la estadía de reportero en una causa para encontrarse con su enamorada Pamela Anderson. Luego, al verla en un video pornográfico, Borat se desanima y sufre; pero al final logra llevarse como souvenir de vuelta a su patria nada menos que a una prostituta de color. Más que hacer reír, Borat irrumpe por el lado agresivo que tiene la ironía para, simplemente, provocar la rabia.

10/18/2007

Mitos Musulmanes

Dos turcos se enamoran en Estambul. Ella es una muchacha de veinte años que intenta recuperarse de un intento de suicidio; él, un cuarentón alcohólico. Ella (Sibel) no encuentra más escapatoria a su atribulada vida que casarse con el hombre menos indicado, sólo para contravenir las costumbres de su familia medio musulmana.
Sibel es amante de la buena cocina, del orden y la vida hogareña, mientras que Cahit vive en un cuartucho de mala suerte apostando a la vida al lado de una botella de alcohol. Lo único que los une es esa mirada pesimista de pararse frente a la vida con resignación. La miseria abunda a borbotones en este film que en muchas aspectos lleva la impronta de “Réquiem por un sueño”, y la pluma nihilista de Charles Bukowski.
Nunca he entendido esas ganas de retratar la miseria por la miseria, en un acto que tiene mucho de enfermizo. Como esas muestras de arte donde se exhibe un retrete después de haber sido usado con desmesura. No hay escapes a tanta idolatría para mostrar lo peor del alma humana, supongo que con fines de redentores. Salvo algunos pasajes de hondo sentimentalismo, como cuando ella cocina y él se deja llevar por esa aparente vida llena de absurdos hasta que, como señala el efecto Pigmalión, los roles se invierten.
Pero para qué les cuento el final tan sorprendente como su desarrollo. “Contra la pared”, del director moro Fatih Akin, ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín de 2004. Y claro, después de verla queda algo de la sensación de la fina exquisitez de “La vida soñada de los ángeles”, con el pasar de esas aves raras que intentan vivir en los linderos de la civilización, queriendo escapar de todo orden de cosas, pero al final se dan cuenta que eso sólo los puede llevar a la locura vislumbrando sólo una vía alternativa: dejarse convertir en un ladrilló más del muro.Interesante desde el punto que permite conocer la concepción de vida que tienen parte de los musulmanes del viejo continente, metafóricamente tal vez, viéndose acorralados por la vorágine de la modernidad del alcohol, la prostitución y las drogas. Con ese velado mensaje que sólo los valores morales familiares están llamados a servir de guía de salvación en esta confusa carrera por conocer los motivos de dos personajes que se retuercen de dolor al intentar burlar los designios del amor, la sociedad y la opresión.

10/09/2007

Pasaje a la Libertad

“Pasaje a la India”, del director, David Lean, tal vez sea uno de los films más premiados en la década de los ’80 y hoy uno de los más injustificadamente olvidados. Basado en un libro del escritor británico Edward M. Forster, anunció con clarividencia hace más de un siglo lo que estaba por venir: la oleada independentista de los países sometidos a los reinados europeos.
Hasta ese momento, sólo era meritorio de interés todo aquello que venía de las culturas hegemónicas formadas bajo el bloque de las potencias, en especial, de los reinados expansionistas como Inglaterra. Sin embargo, tanto la novela como el film pudieron conservar el aliento de inconformidad que vivían los habitantes sometidos, sin derecho a voz, habituados a merecer un poco de atención como el amo al perro que ladra de vez en cuando.
“Pasaje a la India” cuenta la travesía que debe emprender una respetable ciudadana inglesa, con férreos contactos con la corona británica, hacia la India. Un país donde está su prometido, rodeado por un cerco prohibido de traspasar para los ciudadanos de la gran corona. Sin embargo, con el pasar de los días, la sensibilidad de mujer curiosa va develando un mundo que aprecia con estupor, como cuando se atreve a dar un paseo en bicicleta para encontrarse de sopetón con las esculturas sensuales del kamazutra habitadas por monos violentos.
Semejante temática es la que protagonizó Meryl Streep en “África mía” pero, menos sentimental que ésta, “Pasaje a la India” va cediendo terreno al motivo amoroso para encontrarse en las aguas turbulentas del juicio por violación contra uno de los indios que había demostrado un respeto casi reverencial por los invitados de turno. Eso, en apariencia. “El imperio del sol”, de Steven Spielberg, retoma los episodios justo donde termina “Pasaje a la India”, con el niño inglés abofeteado por su propia criada coreana cuando la revolución de los subordinados era inminente.En Chile no es posible imaginar la condición de país sumido por los dictámenes culturales de una potencia extranjera. La India sólo se independizó en 1954, con un desarrollo cultural que hasta hoy no ha sido cuantificado en términos de beneficios y perjuicios y que pronto llevó a otras naciones, las africanas por ejemplo, a emular sus ímpetus de país libre, hoy, en proceso de consolidación.

10/02/2007

La foto del terror


Si hay algo que nos saca del sopor del trabajo o la familia, es el temor. Ese instinto tan viejo como la raza humana que nos impele a cometer actos que van más allá de nuestra propia racionalidad. El miedo, como el amor, es una de las pasiones más extrañas y que el arte nos ofrece una aproximación de la forma más sencilla que posee: asustándonos.
Banjong Pisanthanakun y Parkpoom Wongpoom son dos jóvenes tailandeses creadores de “Shutter”, una cinta del más puro terror asiático, lejos de los circuitos comerciales de este lado del continente. Hace tiempo que las grandes potencias han cedido terreno en cuanto al cine de terror y “Shutter” viene a confirmar esta premisa.
El destino se encarga de reunir a dos jóvenes en una relación que parece ser el preludio de una aventura de amor a prueba de balas. Sin embargo, después de un carrete, van conduciendo por la carretera en un automóvil para atropellar accidentalmente a una mujer ocasionando la fuga de los supuestos asesinos. Desde ese momento, comienzan a desencadenarse una serie de extraños acontecimientos que se relacionan con la aparición de unas manchas en las fotografías de él, que es fotógrafo, y sorpresivas apariciones a ella.
Hasta ahí, el consabido relato que desde hace tiempo el cine asiático viene convirtiendo ya en receta. Todo desencadena en un hecho concreto, se encuentra la solución, pero al final ocurre siempre un hecho que deja en entredicho la relación que existe entre el mundo terrenal y esa área que parece rondar a los que cruzan las puertas quejumbrosas de la muerte.
Lo curioso de estas realizaciones es que dejan entrever otras lecturas. Una: el juego que rompe con lo que creemos saber como realidad, algo parecido pasó con las facturas sicológicas que dejó Syamalan en “Sexto sentido”. Segundo: el sinsentido de vivir gobernados por las tecnologías. Esta vez es la fotografía la utilizada como medio para conectar a los vivos con los muertos. Tercero: la aparición de esos extraños personajes que en vida son considerados como parias de la sociedad y que al final terminan vengándose de quienes los humillaron.Otra curiosidad que atraviesa todas las realizaciones de terror asiático, es la dualidad entre campo y ciudad. En este caso, Jane y Tun deben salir de la metrópolis hacia un pueblo rupestre para encontrar sosiego espiritual. Con “Shutter”, hay terror de la mejor factura, porque permite mirar más allá, a través del lente de una cámara fotográfica.