7/23/2007

El fénix despega

De todas las versiones de Harry Potter llevadas al cine, esta es la menos estrambótica y la más intimista. Por eso defraudará a quienes estaban acostumbrados a las jugarretas de niños, con campeonatos de escobas. En esta radiografía de niño huérfano, se nota que el protagonista crece físicamente, a pesar que no haya un avance sustancial en lo sicológico.
Aún así, se deja de manifiesto que es en la escuela donde el joven Potter toma el peso real al valor de la amistad. En esta versión no sólo se refuerza ese concepto, sino que también hay atisbos para ese otro gran lazo que lo unirá por el resto de sus días al mundo de la adultez, como es el amor erótico.
El film empieza cuando al joven brujo se le terminan las vacaciones, casi sin poder regresar a Hogwart al infringir una norma la cual prohíbe usar los poderes en el mundo de los humanos. Al fin, llega a la sala de clases junto a una nueva profesora encarnado con destreza por Imelda Stauton (“El secreto de Vera Drake”). Fiel representante de la burrocracia, alcanzará el cargo de directora con el propósito de erradicar las enseñanzas de magia defensiva.
Por un lado: Potter y la certeza que el colegio será atacado por Voldemort. Y en el otro: la directora y su contumaz idea de impartir entre los jóvenes sólo la teoría de la magia. En contraposición con los métodos de estudios, Harry Potter se perfila como un alumno aventajado por el sólo hecho de practicar la magia en duros enfrentamientos. Basado en ello, comparte sus experiencias con un equipo de estudiantes en ejercicios de magia clandestinos a fin de estar preparados frente a un posible ataque sorpresivo.
La parte más interesante está en la última cuarta parte de la realización de David Yates. Con un adolescente enfrentado al dilema de usar la magia con el rencor de niño huérfano o con la bondad de un lama. Es una de las ideas fuerza que se entrelaza con el contenido de las sagas de “El regreso del Jedi”: al mal no se le combate con el mal. Desde ese punto de vista esta parte en sólo una transición, un momento para llenar de aire los pulmones.
Yates acierta en dejar una huella melancólica de un muchacho que deja la niñez, y que está por definir su real misión en esta nueva etapa de su vida. ¿Luchar a cara descubierta cargado con los motores de la ira?, ¿ofrecer la mejilla indemne teniendo la otra maltrecha? Deberemos esperar, como dicen, a la siguiente serie y por este mismo canal.

7/19/2007

Renovada fantasía

Pasa en las reuniones de quienes pasaron la treintena, con un par de vasos de cerveza en el cuerpo, al llegar la hora de hacer un recuento de los dibujos animados que entretenían los albores de la década de los ochenta.
Quién no ha corrido por las calles y jardines soñando con ser tal o cual superhéroe, disputándose el papel del malo, del bueno o de la heroína de largas piernas. Luego crecimos para que Dorfman y Mattelart nos develaran la realidad que guardaban los comics con el libro “Para leer al pato Donald”. Pero qué le vamos a hacer. Ya estamos condicionados por la cultura conservadora y consumista de Norteamérica. Desde ese punto de vista, “Los 4 fantásticos y surfer silver”, de Tim Story, cumple a cabalidad con su acometido.
Su argumento no resiste mayor análisis. Sólo entretener a los más pequeños y devolver a la memoria aquellos primeros bocetos de revista que dan vida a estos personajes a mediados de los sesenta. Para las nuevas generaciones, aquellas nacidas después de los ochenta, vaya un resumen de este contenido.
Son cuatro personajes víctimas de un experimento que adquieren las propiedades de algunos elementos terrestres: uno adquiere la fisonomía de una roca, otro del fuego, está el hombre elástico y la única mujer que puede hacerse invisible. En la versión de Story, utiliza la receta consabida de ubicar por un lado a estos héroes, a punto de contraer matrimonio dos de ellos. En el lado opuesto del ring está un ser venido de otro planeta, lazarillo de una fuerza descomunal intergaláctica que va de planeta en planeta absorviendo su energía vital. Salvo por una cosa.
Para salvar la tierra deben aliarse con su sempiterno enemigo, el Dr. Doom. El bien y el mal tras el mismo fin y tal parece que promete una pronta entrega, ya que al final no se sabe qué ocurre con este oscuro personaje. Los cuatro fantásticos cumplen sus papeles a cabalidad: el bonachón gordo, la bella indiferente, el científico hermético, y el donjuanesco galán (Chris Evans, elegido el mejor cuerpo del año). Todos, con la fisonomía casi idéntica a lo que presentaban los personajes de la pantalla, algo imposible para esa época en que la moda imponía siluetas más robustas. Ya hemos alcanzado ese ideal.
Lo único que parece no variar, es la dualidad griega eterna entre el bien y el mal. Y cuando se acaben los malos, encontrar entre los buenos el menos bueno para declararle la guerra. La novedad parece estar en las acrobacias de esta nueva era digital aunque, a estas alturas, ni tanto.

7/12/2007

Dinero Fácil

Quien no haya visto las dos secuelas anteriores del film de Steven Soderbergh, “Ahora son 13” (Ocean’s Thirteen) quedará un tanto decepcionado con esta nueva entrega. Y esta decepción vendrá de la mano de un grupo de hampones de alto vuelo que asumen desde el comienzo el destino fatal de sus vidas: la de pasar los días usufructuándose del engaño, el desfalco y las inteligencia a favor del negocio sucio.
Quizás la imagen más latente de este absurdo se halla en el destino de una buena cantidad de dinero (por venganza) a una escuela de beneficencia. Al engañado (Andy García) no le queda otra cosa que salir en televisión para mostrar una imagen en extremo desinteresada de este loable acto, y que es la borra de su impotencia frente al engaño.
Bailando entre el humor y la aventura, este film no es nada más que una mentira envuelta en papel de celofán. Buenos encuadres, cuidada fotografía, un elenco de primer nivel que no llegan a crear personajes del todo convincentes, a excepción de Al Pacino, y una banda sonora impecable. Sin embargo, el guión, así como su contenido, es una nuez con una piedrecilla en su interior que no deja de hacer ruido.
Queda la sensación que la trama fue alargada de forma innecesaria, debido a que desde el comienzo la seguidilla de aventuras podrían haber seguido otro cauce, pero se desborda en una serie de actos, algunos de ellos, que rallan en el realismo mágico al aparecer pócimas de amor irresistiblemente seductoras. Si hay que buscar influencias en esta versión, no pasarían más allá del corte de “Batman” o “Los Dukes de Hazzard”.
Será la delicia para los amantes de los juegos de saloon, salpicados con algo de fina ironía. La ironía de la venganza, desde que Willy Bank (Al Pacino) se atreve a obligar con violencia a otro rey de la estafa, Ruben Tishkoff, a entregar un casino de juegos y los diamantes más valiosos que hay en el mundo. ¿El resto?, ya lo puede imaginar: el plan maquiavélico para revertir esta situación por medio de la astucia y la extorsión.
En esta batalla campaña campal de rufianes sin escrúpulos, destaca la figura a veces fría, a veces sensual de una madura Ellen Barkin, que en la trama parece un juguete que se deja llevar por la marea de los negocios fallidos, pero que en la interpretación logra mantener a resguardo los intereses del film: divertir de forma somera en lo que promete ser la última entrega de esta elegía a las apariencias.

7/05/2007

De frasco chico

Esta es la historia de un criminal y de cómo el cine es capaz de humanizar los motivos que llevaron a Jean Baptiste Grenouille a asesinar 12 mujeres con tal de crear el perfume perfecto; aquellas esencia descubierta por los egipcios hace miles de años y que ahora vuelve a rondar por las campiñas de la tierra en manos de un criminal.
Basada en la novela de Patrick Süskind, la historia comienza con el relato de una voz en off (no hay nada más fácil que emplear este recurso disuasivo) del nacimiento de un niño en la Francia de 1738, un país maloliente y sin escrúpulos. La madre, al querer abandonarlo en medio del mugrerío apenas recién nacido, es enviada a la horca.
El bebé crece en un orfelinato, junto con desarrollar un don que provoca miedo en los demás niños. Los primeros acercamientos con el mundo de Jean fueron por medio del olfato. Tiene la destreza aguda de un animal para comprender la realidad mediante los aromas que trae el viento más allá de las montañas. Las palabras se quedan cortas para expresar todo cuanto su órgano olfativo es capaz de captar.
Ya adolescente llega a París, la ciudad más poblada del mundo. Se deja seducir por cuanto acontece a su alrededor e, inclusive, por los aromas diversos de las perfumerías. Conoce al dueño de una de éstas y así comienza la proeza de aprender a manejar la química que mueve la ilusión de los seres. Salvo por una cosa: algo le decía que era posible retener el aroma que expelen las mujeres.
La búsqueda frenética de Jean Baptiste tiene la ansiedad de “Adele” de Francois Truffaut y el espíritu de superación que los estudiantes encuentran en el cuento “Juan Salvador Gaviota” de Richard Bach. No hay obstáculos para dar con el objetivo propuesto por su fatal vida, aunque para ello deba matar.
Ciertamente es una film cautivador que abusa de una banda sonora operística y que adopta algunas veces el acomodo de una toma publicitaria. Excelente interpretación del Ben Whishaw, con un final poco creíble. Al menos no para el cine, pero sí para la literatura como el cuento “La estrella de Botafogo” de Enrique Bunster pues tienen el mismo fin. Su director, Tom Tykwer, desaprovechó la ocasión de dejar la impronta de algo que pasara a la historia como algo más que un Jack, destripador a destiempo, y algo menos que un spot de perfume caro.