1/31/2008

La fuerza de la alevosía

¿Qué pasa cuando una mujer traspasa la valla del dolor más allá de lo soportable? Carmen Castillo fue la única sobreviviente de la masacre del 5 de octubre de 1974 cuando murió su esposo, el ex secretario general del MIR, Miguel Enríquez, y un hijo de tres meses de vida. Casi moribunda fue llevada al Hospital Barros Luco; luego vino su exilio en Francia por trece años.
Regresó a Chile en 1987 para desazón de ella. Ya no había partidos ni ideales por qué luchar. Su larga introspección en Europa la indujo a recobrar la memoria recién ahora para entender lo ocurrido. “Calle Santa Fe” dirigida por la misma Carmen Castillo, es un intento por entender los últimos 50 años de la historia de Chile. Un esfuerzo titánico de tres horas, que a veces aburre por escarbar nuevamente una herida sin cicatrizar.
Por ningún lado apunta sus dardos contra los militares, es más hasta hace un “mea culpa” a través del tiempo al preguntarse a cada instante hacia donde fue tanto dolor, tanta entrega y desolación. Tuvo que dejar a una hija en Cuba, mientras seguía la resistencia entre Inglaterra y Francia. ¿Hacia dónde…?
El film reconstruye con interés el deseo de recorrer nuevamente la calle donde casi fue ultimada junto a su familia. La mítica calle Santa Fe en Santiago, donde conversa con los vecinos e intenta recuperar la casa para hacer de ella un memorial, sin lograr su objetivo. Quizá en otra época sí lo habría logrado. Pero a la vez se introduce en la gangrena de un país sumido en el desconcierto, con vecinos salidos de la ultratumba para encender la chispa del recuerdo y desaparecer luego entre las tinieblas de sus cómodas casas.
Carmen es una mujer bella que no deja aflorar el sentimiento en ningún instante, ni cuando un vecino le cuenta que su marido, en medio de la refriega, corrió hasta la esquina pudiendo escapar, pero se devolvió al verla tirada en el suelo. Creyéndola muerta ¿se inmoló porque la vida sería un trago amargo sin ella? Carmen se sorprende con la declaración, pero no se emociona.
Especial para conocer un movimiento idealista, con jóvenes llevados preso hasta con una sonrisa en la boca. Un partido formado por campesinos para quienes el futuro era convertirse en alcohólicos o activistas militantes por un ideal confuso. En lo introspectivo, Carmen no se refiere al hijo que murió ese día. Un documental demasiado largo y escasamente empático; sólo el reflejo de los demonios de una mujer que quiere entender la fuerza de la alevosía.

1/21/2008

Salud universal

Las imágenes se suceden con enfermos de un hospital dejados a su suerte porque no hay lugar para que continúen con el reposo. Es más, la recuperación de la amputación de un dedo puede costar entre 12 y 60 mil dólares. Esas son las “joyitas” que esconde el sistema privado de salud más injusto del mundo, en medio de la riqueza de Estados Unidos.
“Sicko” es la producción de Michael Moore que concitó la aprobación de la crítica europea y cómo no si las comparaciones con el sistema de salud de Francia, Inglaterra y Canadá dejan por los suelos el que poseen los norteamericanos. Moore se solaza en hacer de este documental de denuncia su nueva bandera de lucha porque la democracia asentada así lo pide. En Europa la gente reclama más y consigue más, todo lo contrario a la vapuleada nación de los egoísmos.
El sistema social que pregonan las naciones europeas da el ejemplo con una carga impositiva que permite sorprenderse con palabras como “aseguradoras” o “isapres”. Tal como señala la entrevista a un parlamentario inglés “después de la Segunda Guerra Mundial cambiamos el yo por el nosotros”.
Se deja en claro que las diferencias de tratar a los enfermos en Estados Unidos comenzó en la era Nixon, con cintas grabadas que permiten descubrir los oscuros negocios que entabló en ex mandatario con Edgar Kaiser, un operador político en alianza con las aseguradoras. A partir de ahí el músculo empresarial inescrupuloso fue haciéndose cada vez más fuerte bajando las miradas más suspicaces del parlamento de Washington.
Interesante desde la óptica que la salud es un tema que preocupa a una sociedad cada vez más informada y proclive a reclamar por lo justo. Claro que este tipo de información no daría para un film de casi dos horas. Algunos de los testimonios que aparecen sencillamente sobran.
Asimismo, el tratamiento suele ser ambivalente. Serio al comienzo, casi al final dio paso a lo mejor de la ironía de Moore al emplear a un grupo de insatisfechos ciudadanos norteamericanos para llegar a las costas de Cuba a cerciorarse que el monstruo que creó la propaganda gubernamental no es tal, y que pese a todo la salud es un derecho que el dinero no puede transar.
¿Quién dijo que las utopías socialistas habían terminado? No todo está dicho en materia social, después de la caída del “muro de Berlín”.

1/17/2008

Brújula sin dirección

Alguna vez escuché que los niños huérfanos, acostumbrados a la autorrealización con los mínimos cuidados y mimos paternos, tenían más probabilidades de sortear los obstáculos que les presentaba la vida. Charles Dickens es uno de los escritores que más caló hondo en el público de la época victoriana para retratar este tipo de casos.
El comentario seguía con la cantidad de líderes, políticos y artistas que se habían criado en las circunstancias más adversas y es lo que parece traspasar a la cinta “La brújula dorada”. El director Chris Weitz, teniendo un reparto de calidad como protagonista principal a una niña de doce años se embarca en una aventura al Polo Norte.
El film es una rara mezcla futurista con una ambientación de la Inglaterra de la época de Dickens. Allí coexisten seres del más variado pelaje, con una raza de humanos acompañados con los denominados “daimonion”, suerte de almas que encarnan la figura de un animal. Están también los “gobblers”, una raza que comienza a raptar niños y para este fin parece estar confabulándose la orden educativa superior de la ciudad que es el Magisterium.

Todo es muy confuso en el film, ya que desde un comienzo no queda claro el conflicto que mueve a los personajes. Y eso que supuestamente es un film destinados para el público infantil, incluyendo herramientas de fábulas griegas, con personajes mitológicos, usados en las sagas de Harry Potter.
La desaparición de los niños, se mezcla con los intentos de asesinato de un profesor del colegio y tío de la niña, para terminar con una supuesta maternidad mal desarrollada por una Nicole Kidman cada vez más pálida. Por cierto, su personaje de villana es totalmente creíble, aún cuando provoca sentimientos contrapuestos en su doble papel de dulce madre y líder de los gobblers a la vez.
Ya casi al pasar la hora es posible apreciar el forzoso desembarco del film hacia un puerto que sólo será una recalada hacia una segunda parte. Molesta esta tendencia a dejar para mañana lo que puedes ver hoy, cuando el tema se agota en un par de frases, cuando la crónica se empina sobre la novela, y la concisión se vuelve regla de oro entre el escaso tiempo que hay para el ocio.
A ratos se hace tedioso, y es porque la originalidad de la convivencia entre seres humanos y deimoniums, así como el lujo del reparto, se ven obnubilados por un tratamiento que a veces entretiene pero que la mayor de las veces, confunde.

1/15/2008

África al rojo

Cómo explicar la realidad brutal de un régimen dictatorial de África, sin caer en la enciclopédica forma de un documental. Esta es la pregunta que debió plantearse Kevin MacDonald antes de poner el título a “El último rey de Escocia”. La fórmula es bastante sencilla: incluir un personaje de ficción como un ingenuo médico escosés.
Nicolás Carrigan es el hilo conductor que irá develando el sinsentido del gobierno de Amín, el dictador de Uganda que de 1971 a 1979 mató por lo menos 300 mil opositores a su régimen. En el film se lo muestra comiendo con la mano, pero con una agudeza típica de los dictadores latinoamericanos que se afirman en una desconfianza casi enfermiza.
El film se sostiene por la fuerza interpretativa de sus actores, sumado a una historia que irá adquiriendo un ritmo vertiginoso. Todo el idealismo de este joven médico se irá desplomando en la medida que sus ambiciones entrarán en conflicto directo con sus valores más elementales, como el derecho a la vida.
Por eso poco importa si el espectador desconoce lo que ocurrió en ese apartado país africano. La solidez del argumento es tal que no hay espacios que rellenar con información extra. Carrigan llega en una misión humanitaria en Mgambo, en medio de la algarabía de los niños y las creencias folclóricas de la medicina ancestral. Pero este mundo dulcificado cambiará en la medida que acepta ponerse al servicio del dictador.
Sólo así conocerá la gangrena que afecta a una nación devastada en la lucha intestina de las etnias y los golpes militares. Las razones ya no bastarán para comprender la astucia animal de un gobernante criminal. Los días para el joven médico están contados.
Rozando el cine gore, es clave uno de las actuaciones menos destacadas a lo largo del film. El del joven médico del hospital pomposo de Gobierno que siente que su misión está más allá de curar enfermedades. “Estoy harto del odio, doctor Carrigan; vaya y dígale al mundo lo que pasa en el país”. Muchas historias han tratado el mismo tema con periodistas que escapan ensangrentados de las selvas impenetrables de Asia con la misión de denunciar y activar el botón del repudio internacional.
Mientras no haya paz en el mundo, la violencia y la codicia siempre serán los ingredientes preferidos para la elaboración de este tipo de cine-denuncia.

1/03/2008

La otra cara de la violencia

La escena termina cuando ambos, marido y mujer, levantan la cabeza después de rezar antes de la cena para mirarse como unos extraños. Y eso que en el film se muestran torrenciales muestras de cariño y de sexo entre ellos, conformando una familia bien constituida para quienes el sol brillará siempre sobre sus cabezas.
¿Qué pasó para llegar a ese estado lamentable de convivencia?, es lo que intenta develar con “Una historia violenta”, su director David Cronenberg, uno de los mayores aciertos que trajo el cine en los últimos años pues plantea de forma llamativa, el tema recurrente de la naturaleza violenta de los seres humanos; a diferencia de la esquizofrénica “Nacidos por naturaleza”, donde un par de desequilibrados irrumpen en el ambiente ofreciendo pistoletazos a mansalva.
“Una historia violenta” puede vestir los ropajes morales, pues la mirada de la última escena interpreta el sentido del perdón o la humillación, dejando abierta la posibilidad de un reencuentro o el comienzo del fin del episodio de felicidad expuesto al comienzo. En un pueblo tranquilo de Estados Unidos, donde el sheriff cumple el rol de un sacerdote.
El dependiente de un tranquilo café combate la llegada de dos forajidos que intentan asesinar a una de las empleadas. Este hecho lo llevará no sólo a ser considerado un héroe, sino que también un villano. Al menos esa sería la opinión de un extraño visitante quien, días después, se acerca al local con los ímpetus de cobrarse una antigua deuda.
Será el gatillante para una serie de episodios, de enfrentamientos y escapatorias, que irán develando la verdadera naturaleza del protagonista. El hijo que se enfrenta sin más a unos matones del colegio mostrará la inflexible y discutida postura que con la violencia se nace, que se lleva en los genes sin que la educación, ni el matrimonio ni mucho menos la sociedad puedan hacer algo para mejorarla.
En esa Norteamérica que se sume en la introspección por entenderse a si misma, para justificar esa manía por las armas y la rebelión de los puños. El rezo del final es el gesto más duro, pues desde esa postura el protagonista debería ofrecer la otra mejilla al primer golpe. Algo que no hizo y que sólo el amor sería la anestesia a ese sufrimiento. Reconciliación, sí; pero con verdad, dirán algunos. Usted ¿qué diría?