1/17/2008

Brújula sin dirección

Alguna vez escuché que los niños huérfanos, acostumbrados a la autorrealización con los mínimos cuidados y mimos paternos, tenían más probabilidades de sortear los obstáculos que les presentaba la vida. Charles Dickens es uno de los escritores que más caló hondo en el público de la época victoriana para retratar este tipo de casos.
El comentario seguía con la cantidad de líderes, políticos y artistas que se habían criado en las circunstancias más adversas y es lo que parece traspasar a la cinta “La brújula dorada”. El director Chris Weitz, teniendo un reparto de calidad como protagonista principal a una niña de doce años se embarca en una aventura al Polo Norte.
El film es una rara mezcla futurista con una ambientación de la Inglaterra de la época de Dickens. Allí coexisten seres del más variado pelaje, con una raza de humanos acompañados con los denominados “daimonion”, suerte de almas que encarnan la figura de un animal. Están también los “gobblers”, una raza que comienza a raptar niños y para este fin parece estar confabulándose la orden educativa superior de la ciudad que es el Magisterium.

Todo es muy confuso en el film, ya que desde un comienzo no queda claro el conflicto que mueve a los personajes. Y eso que supuestamente es un film destinados para el público infantil, incluyendo herramientas de fábulas griegas, con personajes mitológicos, usados en las sagas de Harry Potter.
La desaparición de los niños, se mezcla con los intentos de asesinato de un profesor del colegio y tío de la niña, para terminar con una supuesta maternidad mal desarrollada por una Nicole Kidman cada vez más pálida. Por cierto, su personaje de villana es totalmente creíble, aún cuando provoca sentimientos contrapuestos en su doble papel de dulce madre y líder de los gobblers a la vez.
Ya casi al pasar la hora es posible apreciar el forzoso desembarco del film hacia un puerto que sólo será una recalada hacia una segunda parte. Molesta esta tendencia a dejar para mañana lo que puedes ver hoy, cuando el tema se agota en un par de frases, cuando la crónica se empina sobre la novela, y la concisión se vuelve regla de oro entre el escaso tiempo que hay para el ocio.
A ratos se hace tedioso, y es porque la originalidad de la convivencia entre seres humanos y deimoniums, así como el lujo del reparto, se ven obnubilados por un tratamiento que a veces entretiene pero que la mayor de las veces, confunde.

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