8/27/2004

Héroe por accidente

Dispuesto a que esta segunda parte de El Hombre Araña encandilara por su portentoso presupuesto y efectos especiales, llegué prevenido de escuchar hacia el final los aplausos incondicionales de los seguidores del comic que ya cumplió 43 años.
Cercano a la cincuentena, desde que el creador del personaje Stan Lee y el dibujante Steve Ditko crearan a un Peter Parker tímido y retraído, hay que reconocer que el film de Sam Raimi logró conservar la lozanía del superhéroe original al rescatar la característica existencialista de Parker y al respetar el principal llamado del film que es, ante todo, divertir.
Tobey Maguire, en el papel protagónico, supo dotar a su personaje de la complejidad suficiente recurriendo al influjo de la mirada y la descripción de episodios claves para mostrar la contraposición de intereses en aceptar la misión de salvar a una ciudad sumida en la inseguridad, haciendo uso de sus poderes sobrehumanos, o continuar una vida mundana de noviazgo, estudios universitarios y trabajos mal remunerados. Son deberes que parecen incompatibles y es en esta disyuntiva que sobreviene una depresión que disminuye sus poderes.
La fórmula ideada parece ya conocida: el héroe enfrentado a la maquinaria destructora de Otto Octavius (Alfred Molina), un ambicioso científico que se muestra indiferente con la muerte de su esposa, con tal de recrear una fuente de energía tan poderosa como el sol. En medio de esta campaña perversa aparece el héroe, invadido por eventuales arrebatos de ira replanteándose la vida a cada momento. Con un final predecible, este film supera en varios grados lo mostrado por otras estrellas creadas por la industria Marvel.
En esta nueva secuela las ideas parecen estar mejor acabadas, salvo por escenas un tanto relamidas como, por ejemplo, cuando Parker queda sin monedas y continúa un monólogo parado frente a un teléfono público para expresar el temor de causar más daño que felicidad a la amada Mary Jane Watson (Kirsten Dunst), al exponerla a los peligros de la criminalidad. El Nobel colombiano Gabriel García Márquez asegura que el amor sólo puede ser derrotado por la vocación.La moraleja la repite el alma de su tío Ben: “con un gran poder viene una gran responsabilidad”. Algo similar ocurre en la escena final de El Nombre de la Rosa, dirigida por Jean Jacques Annaud, cuando el joven Adso Von Melk decide seguir a su maestro en el estudio y el conocimiento, en vez de establecerse en vida conyugal. Ahí radica la atracción de este film, con un antihéroe arrojando desde los rascacielos ciertas luces sobre una sombría ciudad de este siglo despojada de ejemplos supremos.

8/20/2004

Hombres lobo y vampiros

En excelentes películas de ciencia ficción o de terror, los engendros se convierten en un instrumento básico para explicar la conducta humana como en Blade Runner, de Ridley Scott. Con Underworld (traducido como Inframundo), dirigido por Len Wiseman, no pasa lo mismo. Con este film, da lo mismo ver a estos monstruos que dictaminan la norma (y los seres humanos, la rareza), que competir en una batalla campal de play station.
No existe un trabajo sólido que se sostenga por si solo en personajes de carácter, puesto que la trama aborda la lucha centenaria entre vampiros y hombres lobos (licántropos), con la supremacía de unos sobre otros en el correr de los siglos, enemistad que se explica sólo casi al final dejando en el trayecto cabos de datos sin resolver.
Si el tema principal se fundamenta en una historia de amor, semejante a Romeo y Julieta, no alcanza a ser fundamentada lo suficiente como para convencer si era realmente un romance o utilitarismo para salvar a una raza de monstruos. Selene (Kate Beckinsale) es una heroína que, en su intento por preservar el liderazgo de una especie de chupasangres, se percata del complot que trama uno de los miembros de su misma raza para crear una versión perfeccionada de vampiros renegando, posteriormente, de todo intento de salvación al enterarse de los motivos por los cuales su familia fue aniquilada.
Todo un puzzle por desentrañar, motivados por la traición y el amor filial. Tal parece que va cobrando cada vez más fuerza una nueva temática cinematográfica al mezclar vampiros con hombres lobos, tal como aconteció con Freddy Krueger y Jason. Claro que esta confusión llega a su punto cúspide con una clase de vampiros que se miran al espejo y que son salvados con ejercicios en el tórax a fin de hacer latir nuevamente sus corazones, sólo faltaba verlos saborear una ensalada ricamente aliñada con ajo y vino tinto.
Este film parece estar hecho para un grupo de adeptos por lo gótico, lo snob y el gusto por el cine gore, ya que los personajes transitan por una ciudad que parece estar en constante penumbra y, por supuesto, para los amantes de las artes marciales después de haber visto Matrix, pero se llevarán una ingrata decepción al percatarse que acá se exceden bastante en los disparos. Hay tan poca acrobacia física como argumento cautivador que impida el bostezo de vez en cuando.Mucho ruido y pocas nueces. Por el gusto de encontrarme nuevamente con una historia de terror interesante comencé a hojear Cujo, de Stephen King, para no quedar con las ganas.

8/13/2004

Quien te quiere...

Después de discutir con su marido, Pilar llega a casa de su hermana Ana en un profundo estado de nerviosismo y sólo allí se percata que aún llevaba puestas un par de pantuflas. Ana va a buscar algunas pertenencias de Pilar y se percata de la historia oscura que hay detrás al encontrar los reportes médicos que constatan la pérdida de un riñón, de retina, fracturas de rótulas y costillas.
Con “Te doy mis ojos”, el tercer film de la directora Iciar Bollain, hablamos de una nueva etapa del cine social español, con una historia de amor deformada por el flagelo de la violencia familiar que, en definitiva, es un mal que afecta a una de cada cuatro europeas.
Han pasado diez años de vida dura cuando Pilar y Antonio buscan diversos caminos para recuperar la armonía, sin lograrlo. En el intento de reconstruir su vida, Pilar trabaja en un museo donde se descubre como una sensible mujer, amante de las obras de arte.
Antonio la reconquista con obsequios junto con someterse a una terapia sicológica junto a un grupo hombres igualmente impotentes de controlar la ira bajo el techo de sus hogares. En una de las sesiones, dos de ellos intentan recrear una situación de conflicto en pareja, pero la comunicación no fluye. Mientras que, durante una de las salidas de Pilar con sus compañeras de trabajo, dos de ellas simulan las palabras de reconciliación que utilizaría una pareja que ven a lo lejos, dejando en claro que la capacidad para expresar sentimientos es baluarte femenino.
La historia destaca el drama que vive un hombre obsesionado por sus inseguridades, y que no supera el impulso de agredir al ser que demuestra una capacidad de entrega hasta “darle sus ojos” si es posible. Dolor que deja entrever cuando, desesperado por los celos imaginarios, cuestiona al sicólogo de por qué razones ella debería quedarse con él, y le responde “pues porque la quieres y no la amenazas ni al insultas, porque la cuidas”.Destaca el estoicismo de una mujer que debe luchar con una hermana que no comprende, con una cultura reflejada en una madre que la insta a volver al nido familiar, contra una religión que valora el sufrimiento en el cuadro La Dolorosa, contra la justicia por un policía incapaz de ver las heridas del alma y, más que nada, contra sus propios sentimientos que la llevan a doblegarse como persona. Faltó un acercamiento a la vida interior de Juan, el hijo, quien extraña al padre ausente pero no deja entrever su visión de las golpizas que padece la madre. Aún así, el premiado film del Festival de San Sebastián logra permear la sensibilidad de una sociedad donde el tema es tan fuerte como en Chile.