8/13/2004

Quien te quiere...

Después de discutir con su marido, Pilar llega a casa de su hermana Ana en un profundo estado de nerviosismo y sólo allí se percata que aún llevaba puestas un par de pantuflas. Ana va a buscar algunas pertenencias de Pilar y se percata de la historia oscura que hay detrás al encontrar los reportes médicos que constatan la pérdida de un riñón, de retina, fracturas de rótulas y costillas.
Con “Te doy mis ojos”, el tercer film de la directora Iciar Bollain, hablamos de una nueva etapa del cine social español, con una historia de amor deformada por el flagelo de la violencia familiar que, en definitiva, es un mal que afecta a una de cada cuatro europeas.
Han pasado diez años de vida dura cuando Pilar y Antonio buscan diversos caminos para recuperar la armonía, sin lograrlo. En el intento de reconstruir su vida, Pilar trabaja en un museo donde se descubre como una sensible mujer, amante de las obras de arte.
Antonio la reconquista con obsequios junto con someterse a una terapia sicológica junto a un grupo hombres igualmente impotentes de controlar la ira bajo el techo de sus hogares. En una de las sesiones, dos de ellos intentan recrear una situación de conflicto en pareja, pero la comunicación no fluye. Mientras que, durante una de las salidas de Pilar con sus compañeras de trabajo, dos de ellas simulan las palabras de reconciliación que utilizaría una pareja que ven a lo lejos, dejando en claro que la capacidad para expresar sentimientos es baluarte femenino.
La historia destaca el drama que vive un hombre obsesionado por sus inseguridades, y que no supera el impulso de agredir al ser que demuestra una capacidad de entrega hasta “darle sus ojos” si es posible. Dolor que deja entrever cuando, desesperado por los celos imaginarios, cuestiona al sicólogo de por qué razones ella debería quedarse con él, y le responde “pues porque la quieres y no la amenazas ni al insultas, porque la cuidas”.Destaca el estoicismo de una mujer que debe luchar con una hermana que no comprende, con una cultura reflejada en una madre que la insta a volver al nido familiar, contra una religión que valora el sufrimiento en el cuadro La Dolorosa, contra la justicia por un policía incapaz de ver las heridas del alma y, más que nada, contra sus propios sentimientos que la llevan a doblegarse como persona. Faltó un acercamiento a la vida interior de Juan, el hijo, quien extraña al padre ausente pero no deja entrever su visión de las golpizas que padece la madre. Aún así, el premiado film del Festival de San Sebastián logra permear la sensibilidad de una sociedad donde el tema es tan fuerte como en Chile.

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