8/20/2004

Hombres lobo y vampiros

En excelentes películas de ciencia ficción o de terror, los engendros se convierten en un instrumento básico para explicar la conducta humana como en Blade Runner, de Ridley Scott. Con Underworld (traducido como Inframundo), dirigido por Len Wiseman, no pasa lo mismo. Con este film, da lo mismo ver a estos monstruos que dictaminan la norma (y los seres humanos, la rareza), que competir en una batalla campal de play station.
No existe un trabajo sólido que se sostenga por si solo en personajes de carácter, puesto que la trama aborda la lucha centenaria entre vampiros y hombres lobos (licántropos), con la supremacía de unos sobre otros en el correr de los siglos, enemistad que se explica sólo casi al final dejando en el trayecto cabos de datos sin resolver.
Si el tema principal se fundamenta en una historia de amor, semejante a Romeo y Julieta, no alcanza a ser fundamentada lo suficiente como para convencer si era realmente un romance o utilitarismo para salvar a una raza de monstruos. Selene (Kate Beckinsale) es una heroína que, en su intento por preservar el liderazgo de una especie de chupasangres, se percata del complot que trama uno de los miembros de su misma raza para crear una versión perfeccionada de vampiros renegando, posteriormente, de todo intento de salvación al enterarse de los motivos por los cuales su familia fue aniquilada.
Todo un puzzle por desentrañar, motivados por la traición y el amor filial. Tal parece que va cobrando cada vez más fuerza una nueva temática cinematográfica al mezclar vampiros con hombres lobos, tal como aconteció con Freddy Krueger y Jason. Claro que esta confusión llega a su punto cúspide con una clase de vampiros que se miran al espejo y que son salvados con ejercicios en el tórax a fin de hacer latir nuevamente sus corazones, sólo faltaba verlos saborear una ensalada ricamente aliñada con ajo y vino tinto.
Este film parece estar hecho para un grupo de adeptos por lo gótico, lo snob y el gusto por el cine gore, ya que los personajes transitan por una ciudad que parece estar en constante penumbra y, por supuesto, para los amantes de las artes marciales después de haber visto Matrix, pero se llevarán una ingrata decepción al percatarse que acá se exceden bastante en los disparos. Hay tan poca acrobacia física como argumento cautivador que impida el bostezo de vez en cuando.Mucho ruido y pocas nueces. Por el gusto de encontrarme nuevamente con una historia de terror interesante comencé a hojear Cujo, de Stephen King, para no quedar con las ganas.

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