1/21/2008

Salud universal

Las imágenes se suceden con enfermos de un hospital dejados a su suerte porque no hay lugar para que continúen con el reposo. Es más, la recuperación de la amputación de un dedo puede costar entre 12 y 60 mil dólares. Esas son las “joyitas” que esconde el sistema privado de salud más injusto del mundo, en medio de la riqueza de Estados Unidos.
“Sicko” es la producción de Michael Moore que concitó la aprobación de la crítica europea y cómo no si las comparaciones con el sistema de salud de Francia, Inglaterra y Canadá dejan por los suelos el que poseen los norteamericanos. Moore se solaza en hacer de este documental de denuncia su nueva bandera de lucha porque la democracia asentada así lo pide. En Europa la gente reclama más y consigue más, todo lo contrario a la vapuleada nación de los egoísmos.
El sistema social que pregonan las naciones europeas da el ejemplo con una carga impositiva que permite sorprenderse con palabras como “aseguradoras” o “isapres”. Tal como señala la entrevista a un parlamentario inglés “después de la Segunda Guerra Mundial cambiamos el yo por el nosotros”.
Se deja en claro que las diferencias de tratar a los enfermos en Estados Unidos comenzó en la era Nixon, con cintas grabadas que permiten descubrir los oscuros negocios que entabló en ex mandatario con Edgar Kaiser, un operador político en alianza con las aseguradoras. A partir de ahí el músculo empresarial inescrupuloso fue haciéndose cada vez más fuerte bajando las miradas más suspicaces del parlamento de Washington.
Interesante desde la óptica que la salud es un tema que preocupa a una sociedad cada vez más informada y proclive a reclamar por lo justo. Claro que este tipo de información no daría para un film de casi dos horas. Algunos de los testimonios que aparecen sencillamente sobran.
Asimismo, el tratamiento suele ser ambivalente. Serio al comienzo, casi al final dio paso a lo mejor de la ironía de Moore al emplear a un grupo de insatisfechos ciudadanos norteamericanos para llegar a las costas de Cuba a cerciorarse que el monstruo que creó la propaganda gubernamental no es tal, y que pese a todo la salud es un derecho que el dinero no puede transar.
¿Quién dijo que las utopías socialistas habían terminado? No todo está dicho en materia social, después de la caída del “muro de Berlín”.

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