7/09/2004

Monstruos de Florida

Según palabras del desaparecido escritor chileno Adolfo Couve, la belleza no es la idea que tenemos de ella; “es más áspera, tosca, no fatiga, no es esplendorosa. La belleza tiene algo de amargo, doloroso, aparece en lo modesto y en lo mínimo”. Estas palabras grafican a la perfección el impacto que ha provocado Monster, el film de la novata directora Patty Jenkins, al tratar la vida de la asesina en serie Aileen Wuornos.
Cuando en octubre del 2002 en Florida se cernía un futuro aciago sobre Wuornos, Jenkins llevaba avanzada buena parte de su investigación, después de una gran cobertura del caso que incluyó la aparición de dos contundentes documentales del realizador alemán Nick Broomfield. Es por ello que el aclamado film en Berlín y Hollywood dejó de lado los detalles parciales del juicio, la vida íntima de las siete víctimas y la escabrosa complicidad de la policía norteamericana.
Nos encontramos de frentón con el lado humano de una prostituta de blue jeans, víctima de una violación a los 8 años de edad, enfrentada al dilema de si valía la pena seguir viviendo. Pero he aquí que llega a su rostro la caricia sincera de manos de una joven interpretada por Christina Ricci (Los Locos Adams) para reanudar el hilo de su vida en una relación lésbica.
El amor trae un nuevo sentido a su existencia y, en el intento de llevar una vida normal, Wuornos choca con una sociedad incapaz de dar cabida una marginal de las calles. De regreso a la prostitución, después de haber superado al lado de Selby Wall (Ricci) el trauma de subirse a uno de esos “monstruos” que constituía la rueda de la fortuna, reacciona a punta de cañón contra quienes intentan agredirla física y verbalmente. La trama se desarrolla en forma sencilla, con un guión simple, el acertado recurso de la voz en off, una ambientación acertada de los años ochenta y personajes estoicamente bellos.
El pretexto de ver a la hermosa modelo sudafricana Charlize Theron, quien personifica a la asesina con 15 kilos de más y dentadura postiza, se convierte lentamente en un pretexto para olvidar el detalle y adentrarse en un personaje totalmente creíble pero, a ratos, ansioso. Es una mujer violenta que ha crecido en el desprecio de una sociedad inhumana, conservando en su oscura mirada el idealismo infantil de alcanzar algún día el amor o la fama que la redima del vacío. Otras luminarias del celuloide han recurrido a los mismos recursos en dramas tan consistentes como The Hours con Nicole Kidman, o Ironweed con Meryl Streep.La biografía, que roza sutilmente la arenga feminista, se precipita hacia la traición de la amada y la condena final, que es un desafío lanzado por Wuornos en una mirada certera hacia el espectador. Cabe preguntarse, ¿qué pasaría si el cine se adentrara en la piel de un sanguinario asesino chileno, antes de morir?

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