9/23/2004

Batalla contra el sueño

Judi Dench es una actriz inglesa de vasta experiencia en teatro hasta que llegó a la pantalla grande en films como Shakespeare Enamorado o Chocolate. Sobresaliendo en todas ellas, logró un Oscar por su actuación en la primera de estas películas. Valga la pena nombrar a esta portentosa figura por lo curioso que resulta verla en un film de dudosa calidad como La Batalla de Riddick, dirigida por David Twohy.
Dench encarna a Aereon, la etérea habitante de la raza elemental quien verá cumplirse una a una las profesías del universo. Son momentos de tensión donde la raza de los necrotratantes van sometiendo a los planetas en una loca carrera por llegar a un incierto paraíso llamado “inframundo”. Pero que, según los vaticinios, sólo un furiano podría echar por tierra esas ambiciosas pretensiones.
Riddick (Vin Diesel) parece ser el último especimen de furianos soberbios que después de cinco años de cárcel logra escapar con el objeto de vengarse de quienes lo acusaron, sin conocerse los motivos de su condena. El encierro lo lleva a adquirir la capacidad de ver en la oscuridad. En esta solitaria cruzada, el fugitivo cambia de planes para ir tras el rescate de una antigua amiga (¿o amante?) encarcelada en Crematoria, un planeta donde el amanecer puede llegar a registrar más de 700 grados.
El Mariscal, líder de los necrotratantes, una vez que somete al planeta Helion 1, se empeña en atrapar a Riddick a fin de acabar con el destino aciago que amenaza el futuro de su raza: una progenie de vasallos donde la intriga y la traición se conjugan con la lealtad a la máxima de apoderarse de lo que uno mata. Por ello cuesta creer que en la última lucha Vaako (Thandie Newton) ceda tan fácilmente la supremacía al trono a una raza de guerreros enemigos.
Todo está encaminado para exhibir un gran despliegue de efectos especiales y exceso de anabólicos en planetas que parecen adquirir una personalidad y un desarrollo de mayor peso que la mayoría de los personajes cuasi humanos allí bosquejados. No hay claridad de los motivos que mueven a Kyra (Alexa Dávalos) a odiar primero y luego aceptar la compañía de Riddick, ni siquiera con la utilización de raccontos. Incluso cuesta creer que el antihéroe logre sobreponerse a ese abrasador amanecer con tan sólo rociar su cuerpo con una botella de agua mineral.Vuelvo a la figura siempre sólida de la “elemental”, como si Dench hubiera saldado las ganas de aparecer en algún film de Peter Jackson con algo tan precario. Entre cabeceos fue lo único que en breves momentos logró sacarme de una espantosa modorra.

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