11/19/2004

Anacondas en Borneo

Tal parece que para el casting de los protagonistas de Anaconda 2 utilizaron los mismos parámetros como si fuera un programa de “reallity show” para la televisión, pero en formato de cine. En medio de mucha testosterona y anabólicos, un grupo de jóvenes de las razas más diversas se enfrenta al desafío de llegar cuanto antes a las dos horas que estipula el contrato del film dirigido por Dwight H. Little.
Un grupo de científicos que trabajan para una gran firma de cosméticos de Estados Unidos asume la misión de adentrarse en las selvas inaccesibles de Borneo, con tal de hallar la enigmática orquídea sangrienta. La flor, aparte de germinar cada nueve años, posee la cualidad extraordinaria de alargar la vida humana. Lo que la expedición no sospecha es que estas flores constituyen la dieta principal de una especie de anacondas logrando de este modo un tamaño descomunal.
Nadie explica cómo es que llegaron estos animales al país asiático, ya que la anaconda es reina indiscutida en su especie, pero de Sudamérica. Lo que sí se sabe en el trascurso del empobrecido guión es que los ofidios están en época de celo y en su paso comienzan a devorar todo cuanto se interponga en su camino, incluidos algunos científicos bien poco pensantes. Algo de bienhechores tenían estos monstruos.
La primera versión de este film data de 1997, con la actuación de una novata Jennifer López. Al igual que la primera parte, el trasfondo de esta película parece ser el mismo: servir de trampolín para que emergentes aspirantes a la pantalla grande de Hollywood empiecen a llenar la lista de nuevos talentos, aunque la afición se note demasiado.
Tal como suele ocurrir con la narración del chiste del peruano, el argentino y el chileno, el film utiliza una estructura conocida, aburrida, totalmente previsible y que, de no haber sustituido la orquídea por la amapola, el engendro surtiría sobre las plateas el mismo efecto dormidero del opio. Ni siquiera las piruetas digitales sorprenden si no hay detrás un hilo conductor dramático que cautive.Resulta curioso que en el desenlace los supervivientes no hagan alusión alguna a las flores que los harían multimillonarios y que olvidan valiendo casi nada los malestares padecidos. Aconsejo encontrar una buena cuota de diversión enumerando la cantidad de errores que de seguro encontrarán, pero que yo sólo atiné a comparar las gastadas y somnolientas proyecciones que ofrecen en los buses interprovinciales con esta increíble elegía a una pomposa mercadotecnia.

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