11/12/2004

Aparentemente malo

Con treinta millones de dólares destinados sólo para la promoción del film, Hellboy demostraba ser en los afiches publicitarios una película de entretención como cualquier otra, mientras que en los spots de presentación quedaba la duda de si este descomunal demonio con cuernos era realmente el héroe que decían que era.
Una Escocia devastada por la Segunda Guerra Mundial en 1944, fue la cuna de Hellboy en una introducción que por lo certera no necesitó de mayor desarrollo. Una banda de nazis, comandados por el monje ruso Rasputín, se presta a presenciar el arribo de seres infernales que acabarían con la vida de la tierra. Fracasada la operación, lo único que llegó del más allá fue un bebé rojo de cuernos y cola que gusta de comer chocolates y que con el tiempo los gatos se convertirán en sus mascotas favoritas.
Hellboy, de naturaleza malvada, adopta los mejor del alma humana guiado por las enseñanzas de su mentor, el profesor Trevor Broom Bruttenholm. Desdichado, melancólico y algo existencialista (este mundo no es para sentimentales) es este superhéroe creado por el caricaturista Mike Mignola a mediados de los 90 y que el director mexicano Guillermo del Toro se encargó de recrearlo en la acertada interpretación de Ron Perlman.
Llama la atención la marcada presencia de directores mexicanos y españoles que han otorgado, en los últimos años, aires frescos al alicaído cine norteamericano. Destacándose en la industria independiente Alfonso Cuarón, Alejandro González y ahora con del Toro, se aventuran en el cine comercial de la gran nación aportando su buena cuota de equilibrio y estupidez en menor grado en sus más recientes realizaciones.
Los otros 60 millones que costó la producción de Hellboy se repartió una buena cuota en efectos especiales, pero con la presencia de personajes cuidadosamente trabajados lo que es una constante en del Toro, acostumbrado a destacar figuras oscuras e imperfectas como en “El espinazo del diablo”. En Hellboy nos encontramos con Abe, el hombre pez de poderes premonitorios, y Liz Sherman (Selma Blair), una joven pirómana que comparte el mismo pesar de Hellboy: el de sentirse los seres más extraños del mundo para quienes la vida les hace una emboscada en la exclusión.En medio de carreras a lo Indiana Johns, la trama se desenvuelve en la paradoja que el amor redime todas las cosas y el mensaje que todo hombre se hace en la medida de sus acciones y decisiones (una premisa totalmente existencialista), a pesar del empobrecido guión que corre toda la cinta. Hasta el momento, una de las mejores adaptaciones del comic norteamericano.

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