10/29/2004

La aldea global

En alguna estancia de mi niñez tuve el deseo de vivir en el tronco de un árbol o en lo alto de su follaje semejante a una matriz cálida y segura. Llevar una vida de castor armando un mundo inviolable y llevando consigo lo mínimo imprescindible; es decir, a quienes más amamos. Pero el tiempo implacable impone siempre a los seres exponer el rostro al viento frío, sin tregua.
La Aldea, el film de Manoj Night Shyamalan, tuvo la gracia de devolverme esa casi olvidada sensación. Un pueblo de Estados Unidos de 1897 comienza a perder su aparente tranquilidad cuando los “inmencionables”, una especie de monstruos del bosque, rompen el acuerdo tácito de no traspasar la frontera donde los lugareños ordeñan vacas y celebran sus bodas. El peligro acecha y el miedo de enfrentarse a lo desconocido, cunde.
Shyamalan deja al descubierto con este film la fórmula de éxito ya probada en Sexto Sentido y Señales, de jugar con lo insólito de los finales tras urdir una trama mezcla de suspenso y fantasía de creciente interés. Dejando de lado aspectos del estilo inconfundible del director, hay que destacar que La Aldea deja entrever en lo medular la telaraña en que se encuentra la realidad agobiante que viven los países de hoy, al otro lado de la pantalla.
El film se pasea a comienzos del siglo pasado con unos “inmencionables” encantados con el color rojo ¿Tendrá algo que ver con los hechos sangrientos perpetrados por el terrorismo internacional? Asimismo es Mr Walker (William Hunt) quien sentencia “Noah nos dio la posibilidad de continuar en este lugar”. Noah Percy (Andrie Brody) es un retrasado mental con ribetes religiosos y una pieza importante en el puzzle de preservar, en medio del bosque Covington, un puñado de personas en el temor y la mentira.
Ivy Walker (excelente debut de la hija del director Ron Howard, Bryce Dallas Howard) es una de las hijas de Mr Walker que se enamora y es su amor precisamente lo que la llevará a cruzar todas las fronteras posibles con tal de mantener intacta la fuerza de su sentimiento. Su completa ceguera le permite superar el entorno visual, pues sólo un personaje de su tipo es capaz de percibir la amabilidad en el primer encuentro que sostiene con un joven policía.Portadora del peso de la verdad, Ivy está llamada a transformarse en líder el pueblo, pero no como su abuelo quien tenía el don de crear dinero. Ella, con otras capacidades, personifica a partir de ese momento en la esperanza y el reencuentro, pero para ello tendrá que pactar con los demonios o conservar a sus semejantes en una burbuja de plástico. Usted dirá.

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