10/22/2004

La gata negra

Halle Berry, antes de convertirse en la primera afroamericana en recibir un Oscar a la mejor actriz principal, había destacado como Miss USA y Miss Teenager. Bella e inteligente. En una entrevista le preguntaron por qué participó en un film tan mediocre como Gatúbela y ella respondió tajante: “por simple diversión. La vida no tiene por qué ser siempre un trabajo intelectual”.
Pero sus palabras son hasta cierto punto creíbles, ya que esta obra del director francés Jean Christophe Pitof no divierte y ni siquiera nos deja el hálito de la reflexión. Con un racconto de casi una hora (demasiado largo para un film llamado a provocar por sus efectos especiales), las miradas de soslayo a los relojes no se hicieron esperar.
Una frustrada diseñadora llamada Patience Phillips (la Berry) trabaja para una firma de cosméticos dirigida por un matrimonio ambicioso en decadencia. Phillips descubre por accidente los peligros que conlleva cada frasco de crema. La fuerza de seguridad de la empresa Hedare Beauty se encarga de eliminarla; entonces el alma de la diosa egipcia Bastet, personificada en una gata, la resucita.
La apocada protagonista sufre una metamorfosis física y síquica adquiriendo un aire de perversión y sensualidad, pero sólo eso. Su único fin es descubrir a su presunto asesino dejando de lado elementos de sumo aprovechables a partir de un pedazo del parlamento que dice “la libertad es poder”. La historieta original de hace más de medio siglo deja en claro que aquella libertad es utilizada por una ladrona cuya antítesis es Batman. Una Berry ajustada en su traje de cuero, como si fuera un spot para promocionar calzones y botas, pesó más a la hora de considerar la incorporación del hombre murciélago y Ciudad Gótica.
Ni siquiera los efectos especiales merecen consideración alguna. Los encuadres de largos paneos embriagadores parecen tan fuera de contexto como la pelea que sostuvieron Gatúbela y Laurel (Sharon Stone). Son escenas de recetas incorporadas a la fuerza, lo mismo con el romance que sostiene con el policía Tom Lone (Benjamín Bratt), carente de sentido alguno. La idea de corrupción de una sociedad individualista en una mujer que repentinamente adquiere un encanto sobrenatural, hubiera quedado mejor plasmado en el tiempo que la cámara destina para acrobacias digitales.Berry jugó a cada momento a la ambigüedad porque, de seguro, vendrá una segunda parte. Michelle Pfeiffer, que encarnó a Gatúbela en el Batman de Tim Burton en 1992, aparece como una verdadera musa frente a este engendro que de gato sólo conserva el aroma funesto de sus orines.

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