10/01/2004

Robotizada humanidad

Un policía que comienza a desconfiar de la apariencia inofensiva de los robots, la muerte de un científico y “las migajas” que va dejando una trama que atenta contra la humanidad darán forma al film ambientado en Chicago del 2035, donde la idea abordada es excelente pero los métodos para recrearla, algo precarios.
Alex Proyas se basará en un cuento de Isaac Asimov para filmar Yo Robot, donde Del Spooner (Will Smith) es un policía que reniega del universo plástico que lo rodea: maneja la radio con la mano en vez ordenar con la voz, le gusta saborear las comidas de su abuela navegando siempre por calles atestadas de robots que cumplen las funciones más básicas de la sociedad como cocinar, asear o llevar la correspondencia.
Sin embargo, sus esfuerzos parecen decaer en la medida que la historia nos demuestra su incapacidad para volver a amar, o será que el director evitó deliberadamente la relación sentimental interracial con la hermosa doctora Susan Calvin (Bridget Moynahan), lo cierto es que ambos comienzan a seguir las huellas dejadas tras la muerte del prominente científico Alfred Lanning (James Cronwell), inventor de una nueva generación de robots llamados SNS5.
Es el mundo de los humanos, los robots se rigen por tres reglas para que nunca atenten en contra de un humano, para recibir órdenes y, claro, también están facultados para proteger su propia vida. Resulta que las sospechas de la muerte de Lanning recaen en un robot que tiene plena conciencia de si mismo, se autodenomina Sonny e incluso posee sueños premonitorios. Quizá sea una de las animaciones más acabadas creada por Digital Domain, con un robot empático deseoso de sentir como cualquier hombre imitando los gestos más sutiles como el guiñe de un ojo.
La idea que los androides tomen las riendas del mundo ha estado en las mentes de los cineastas desde comienzos del siglo pasado. La idea era excelente: la raza humana está llamada a la extinción debido a las calamidades climáticas y de todo orden que han ocasionado, pero este argumento se pierde en una aventura policial, donde Smith hace gala de lo mejor que sabe hacer: correr, trepar edificios y manejar con desenvoltura armas y automóviles.Los buenos propósitos de la inteligencia humana no alcanzan sus propósitos, sino que se queda en la nebulosa de una felicidad de plástico donde no hay vencidos y que alcanza a rozar el nimbo de luz que dejan los argumentos de Prometeo Encadenado, Moisés o Blade Runner. Los ideales de libertad, igualdad y fraternidad entre humanos y sus hijas, las máquinas, es una tarea que Proyas se llevará para la casa.

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