12/10/2004

Un triste despertar juvenil

Cuando en 1993 la banda de rock Blind Melon lanza el tema No Rain, inconformista por donde se lea, lo hizo con un video-clip donde aparece una niña disfrazada de abeja de gruesos lentes para quien no hay cabida en ningún círculo social. Este tema es retomado por la joven promesa nacional Nicolás López, de 22 años, en el film Promedio Rojo.
Claro que acá la pequeña abeja es el zángano Roberto Rodríguez (Ariel Levy), un adolescente gordo con ribetes de genio incomprendido que se mueve en un círculo de “nerds” del Colegio Valiño High School como cualquier otro de nuestro país, donde destacan los mejores deportistas y las colegialas que hablan sin prejuicios de los métodos utilizados para abortar.
Roberto toma real conciencia de su arquetipo cuando descubre que la nueva compañera de curso (Xenia Tostado) comparte los mismos gustos por el comic que él. Todo el film es una suerte de tropiezos y aciertos por captar la atención de la joven española y luchar contra la supremacía del galán de turno interpretado por Benjamín Vicuña.
En una mezcla de humor, cine gore, comic, melodrama, cultura pop y cine negro esta realización nos retrotrae a lo peor que puede mostrar la sonriente cinematografía de Estados Unidos salvo por una cosa: en su afán por mostrar con liviandad lo que acontece tras las paredes del colegio, el director nos devela el sórdido mundo de violencia y discriminación de quienes ostentan ser amigos, como en el caso de “Papitas”.
Roberto no logra escapar al peso real de su padecimiento y soledad ya sea por el absurdo que lo rodea a cada instante, ya sea por la mofa que hace el alma de su abuelo de las frases clichés que aparecen en El Regreso del Jedi o porque sus amigos, y él mismo, son incapaces de saltar la valla obsesiva de la masturbación (“nadie se pajea pensando en la mina que ama”, dice en uno de sus pasajes), o porque al novato director le falta madurez para alcanzar el nivel óptimo de desarrollo en el tratamiento de los personajes en su intimidad.Hay un tratamiento visual algo kitsch que a ratos nos recuerda la Cafetera Voladora de Florcita Motuda y, tal vez, rescate de este músico toda la vitalidad de realizar una obra con más sentimiento que talento. Esperemos que López continúe a este ritmo con más uniformidad y coherencia de lo que desea mostrar y para que no ocurra lo mismo que al canal Rock & Pop que, de tanta fuerza volcánica, terminó por transformarse en un canal de culto sepultado en su propia lava explosiva.

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