11/30/2006

Faldas al viento


Pedro Almodóvar ha recurrido en sus últimas entregas al exorcismo que siempre quiso otorgar a una infancia dulce y agraz. “Volver” -a diferencia de “La mala educación”- y tal como dice su nombre, tiene la firme voluntad de retrotraerse hacia ese centro cálido y nutricio de la matriz femenina.
Madrid sigue siendo el vértice medular de las obras de Almodóvar. Pero con la invención del pueblo fantástico Alcanfor de las Infantas, Pedro hace desfilar con soltura a las vecinas sabelotodo, armando una confabulación que trasciende los propios lazos entre familiares. Un lugar donde la muerte y el duelo sólo son vivencias de un proceso natural sin estridencias, atenuados por el comidillo de apariciones fantasmagóricas.
Almodóvar vuelve a mezclar los géneros. Principal destructor de los contenidos banales de la televisión, hace uso de ellos para armar sus propias historias. Así como el crimen se convierte en la columna vertebral de “Volver”, el melodrama se transforma en sus articulaciones y músculos fluyendo entre las venas un realismo bastante increíble. Todo comienza, como en el cuento “Tramontana” de Gabriel García Márquez, con el soplido persistente del “solano”, un viento que amenaza con volver en desiquilibrados mentales a la mayoría del pueblo constituido por mujeres.
No es un film para remover las filigranas del sentimiento familiar, como lo hace la realización española “Solas” de Benito Zambrano. Acá Almodóvar se da el lujo de expiar una historia familiar de forma correcta, sin exagerar en ningún punto: ni en el sexo, ni en la impunidad del delito, el desarraigo o la violación. La idea central es el reencuentro que se fortalece y desprende de los mitos armados por la comunidad, sin alcanzar la profundidad de “Paris-Texas” de Win Wenders.
Con un final donde todo parece resolverse fácilmente, Penélope Cruz merece mención aparte. El director supo jugar con ella con lo mejor del kitsch, al retrotraernos a una Sofía Loren en sus mejores tiempos cuando caminaba sobre el empedrado de una Italia destruida por la guerra en “Dos mujeres”. Más voluptuosa que antes y más segura, la Cruz brilla con esplendor en su madurez, algo que Hollywood jamás podrá hacer lo mismo de ella.

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