11/01/2006

Barriles de Codicia

No verán un solo gesto de amor en Syriana. Sin embargo, el director Stephen Gaghan, en este alarde de intelectualidad pura, se queda corto en sus intenciones.
Trascurrida más de media hora, había que adivinar el motivo principal de la trama. ¿Negocios?, ¿terrorismo?, ¿corrupción? Gaghan mezcla todo eso en una idea que sólo hacia el final se torna visible: el problema energético a escala planetaria y la complicidad de empresarios y gobierno para administrar los yacimientos extranjeros del petróleo.
Bob es un espía del Departamento de Defensa de Estados Unidos con la misión de asesinar a un príncipe del Líbano contrario a negociar con los norteamericanos. En vista que los chinos habían ganado un sustancioso contrato con las petroleras del Golfo Pérsico, Kazajtán se transforma en el nuevo surtidor americano y para concretar este negocio se usarán estrategias poco convencionales.
Para el espectador que ha adquirido anticuerpos ante la apabullante información que genera el conflicto de Oriente Medio, le costará entender este film. Y es por una simple razón: hay datos que el director da por conocidos, sumado a la falta de personajes que tejan por si solos un mínimo de empatía con el público.
La actitud desafiante de acusar las fuentes del poder económico y político parecerá algo destacable; no obstante ello, es bastante cobarde. Cuando realizadores como Michael Moore optaron hace tiempo por la crítica imperialista en formato de documental, Syriana coquetea con la idea de la rebelión dejando a las masas provocadas en un letargo invernal.
Se agradece la exhibición desconocida a este lado del continente de los kilómetros que deben recorrer indios y pakistaníes para trabajar en las refinerías kuwaitíes. Semejante a lo que muestra una Norteamérica de inmigrantes mexicanos trabajando en restoranes. Por este motivo, la cesantía en Oriente Medio pudo ser el detonante de la fuerza destructora del fundamentalismo religioso, algo que quedará esta vez en las brumas de lo posible.
En este aparente desorden de lagunas informativas, Syriana asume un alto deber político. Lo que Ingmar Bergman es al cine filosófico, Gaghan va creando su propio estilo narrativo en política internacional, pero de un modo muy sofisticado.

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