5/16/2007

Sin venenos

¿Qué ocurre cuando el héroe se cansa de ser bueno, de ganar un sueldo miserable y decide usar artimañas de baja estopa para ganar un puesto laboral; de pasearse con la “mejor mina” del barrio tan sólo porque así le place; de elegir los mejores perfumes, de vestir la mejor pinta?
“Spiderman 3” toma con bastante liviandad esa premisa negra que circula por los aires de Nueva York: hay que ser malos para pasarla bien. Y digo con liviandad, porque a San Raimi, el director, casi se le escapa lo mejor que puede mostrar este comic: el humor. Con una estructura carente de ritmo, hay situaciones y personajes que sobran. Con algunas curiosidades como la comparación que Raimi hace de este personaje con Estados Unidos, un ser ufano carente de emotividad.
No se necesita un film de este tipo para metaforizar la decadencia moral del imperio norteamericano. Acá lo que realmente cuenta, si dejamos el humor y la careta del romanticismo, es mostrar una nueva faceta de un Peter Parker complejo, huérfano, existencialista, emocionalmente ambivalente y que se aburre de la bondad.
Y todo a causa de una salida junto a su novia Mary Jane, la entrada en acción de una rara materia alienígena, dos malvados villanos (uno, amigo adinerado de Parker) y la sempiterna lucha de los enamorados. Hasta que Parker conoce una fuente de poder potente que cambiará su personalidad pareciéndose a un John Travolta caminando resueltamente por las calles.
Las escenas amorosas, que semejan un tributo a las acarameladas escenas del cine de los ‘50, parecen impostadas. El mundo refleja una telaraña valórica más compleja para volver a tomar las esquinas oscuras de una relación afectiva de la forma de nuestros abuelos. Por lo demás, lo mejor nace cuando Parker deja de ser bueno.
Entonces el viejo desconocido de la calle le dice “una buena persona hace la diferencia”; aparece la abuela y advierte que “la venganza correo el corazón”. Y Peter lucha contra su propio ego para que su amigo de siempre abra el torrente religioso de la nación conservadora con el primer “te perdono”. El segundo “te perdono”, como el reverso de las tres negaciones de San Pedro, lo dice Parker en su epitafio porque perdonar porque “somos libres de elegir lo que podemos ser: lo correcto”.
Dudo que quien haya salido del cine lo haya hecho reflexionando acerca de estos temas, mareado de tantas acrobacias.

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