5/30/2006

Saludables arrugas

Hay viejas y viejos. Aquellos octogenarios que piensan como jóvenes entusiastas y jóvenes que viven sus días como ancianos amargados. Esta es la historia sensiblera de una de ellas: la abuela Carrie Watts, encarnada en Geraldine Page quien ganó el Oscar a la mejor actriz por esta realización en 1985 para morir dos años después.
Y es que todo el peso de "Viaje a Bountiful" está en la interpretación que Page hace de una abuela ingenua, que vive en un departamento con su hijo y nuera, una mujer de voz chillona que redacta una declaración de principios para impedir que la suegra siga tarareando sus canciones de siempre, evite levantarse en la madrugada cuando halla luna llena y, sobretodo, para quedarse con los cheques de pensión por si la abuela comete el error de perderlos.
Pero Watts no es una vieja típica. Cuando su hijo se esmera en obtener un aumento de sueldo, y su nuera Jassie Mae vive precupada de las peluquerías y en tomar un curso de golf, Watts toma la firme decisión de volver a su pueblo natal después de veinte años de ausencia. Es Bountiful, un pueblo desconocido para los vendedores de boletos de Houston y un destino que la inyecta de nuevas energías para emprender un viaje sin retorno. Entonces se sube a un bus hasta llegar al pueblo más cercano de la esperada localidad.
Durante el trayecto se suceden diálogos con una sensible pasajera. Es así como se sabe de un amor imposible y la muerte de dos hijos cuando eran bebés. Suficientes datos para conocer una biografía basada en un destino infeliz. En otra época tal vez esta misma anciana hubiera contado un pasado neonazi, de opulencia o de esfuerzos como en "Memorias de Antonia". Acá se hace hincapié en el momento al cual todos debemos llegar con el néctar extraído de las escasas ambiciones, logradas o no, transformadas en experiencia de vida.
La mirada de Watts está puesta en la necesidad de volver a tocar su tierra y hacerla fértil. Pero antes deberá vencer una serie de obstáculos sumiendo al espectador en la impotencia, la rabia y una felicidad tan "simple como un anillo"; acometida que Peter Masterson, el director, logra sin recurrir a los facilismos de los flashbacks.
Un film que es lección de vida por el mero gusto de la conversación, del gozo de oír en silencio en cantar de los cardenales. Una obra cuyas repercusiones Masterson no ha vuelto a repetir y que Film & Arts rescató de los baúles apolillados al cual todos debemos recurrir de vez en cuando para seguir mirando hacia un punto que a veces se torna tan borroso y que al final resulta siempre precario. Posted by Picasa

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