8/08/2007

Jóvenes de siempre

Estación obligada para quienes deseen entender los cambios de la juventud desde mediados del siglo pasado. Contestatario, inconformista. Eso es “El graduado” de Mike Nichols, un clásico que lanzó a la fama a Dustin Hoffman y Anne Bancroft en 1967.
Benjamín es un joven de 20 años que regresa a la casa paterna después de haberse graduado de la universidad. En contra de lo que desean sus padres, él sólo quiere divertirse. Por ello comienza la relación más sexual que afectiva con la madura y fatalista amiga de sus padres, la señora Robinson. Lo que no esperaba la pareja era el regreso de la hija de los Robinson quien termina enamorándose de Ben y juntos comienzan una loca carrera por salvar ese sentimiento.
Es el lado masculino del film “Lolita” de Stanley Kubrick, con la interpretación de un muchacho llamado a transgredir las normas de la burguesía de una Norteamérica puritana. Con algo de muchacho atolondrado, Ben vivirá a plenitud una época marcada a fuego por los ideales hippies de huida y redención. El final no pudo ser el más acertado, cuando la pareja se mira perpleja como preguntándose ¿y ahora qué haremos?
La transformación de la sociedad de Estados Unidos está bien planteada, por medio de la disfuncionalidad familiar tan común en estos tiempos, pero que en esos años febriles recién comenzaban a aparecer. Una voz sincera, con el despertar sexual adolescente acompañado con los sones mnelódicos de Simon & Garfunkel.
Para algunos, esta obra peca de incongruencia al dividir la trama en dos partes claramente diferentes: una, la relación entre el joven y la señora; y la otra, el vuelco agresivo hacia un amor juvenil. Pero el nexo entre ambos eslabones es claro, con temas como la desorientación afectiva y el impulso liberador en contraposición al sórdido mundo de la adultez. Mucho mejor que ver “En la cama”, del chileno Matías Bize, un film que responde a un sólo punto de vista, pero panfletario y seudointelectual.
Lo mejor de “El graduado” es que deja en el aire cuestiones morales que deberá resolver el propio espectador y que tienen relación en cómo trascender el sexo, tan en boga en estos años de enfermedades incurables. Varias de las tendencias de hoy se lo debemos a los jóvenes de los ’60 como el vegetarianismo y reivindicación de las minorías sexuales. Partes del descontento contra un sistema belicista y, desde ese punto de vista, Nichols se empina con un clásico que cautiva.

No hay comentarios.: