4/04/2007

Irlanda la pobre

Roberto Bolaño era un escéptico de las memorias, porque quien las escribía, casi siempre, embellecía aquellos pasajes más vergonzosos de su vida. Por ello, y a pesar de lo fatalista y reiterativo de varios de sus pasajes, creo que “Las cenizas de Ángela”, del director Alan Parker, dejaría en parte satisfecho al desaparecido escritor chileno.
Parker se basó en el libro del periodista Frank Mc Court, ganador del premio Pulitzer, para retratar las penurias que debe pasar todo aquel que, sin recursos, desea llegar a Estados Unidos. Cuestión que se mantiene hasta el día de hoy, desde que la nación de “las oportunidades” fue creada. Salvo por una cosa: la familia Mc Court, al mediar la década del 30 del siglo pasado, decide volver sus pasos hacia la Irlanda del Sur después que la suerte en Nueva York les fuera adversa.
El protagonista es el niño Frank que regresa a un país católico, triste y húmedo. Obligado a convivir con un padre alcohólico sin mayor fortuna, y una madre con embarazos tan frecuentes como muertes acaecidas a la mitad de sus hijos. El niño vive en carne propia el deprecio por ser pobre, al sacarse los zapatos rotos en medio de una clase transformándose en el hazmerreír de los alumnos. Peor es el dolor que siente cuando ve a su madre intimando con un hombre repugnante, dueño de la casa donde viven.
Hasta que, gracias a los consejos de un profesor, el niño se permite soñar. Aprovecha la convalecencia de una enfermedad para sumergirse en la prosa de Shakespeare y, después, pone todo su empeño para llegar a Estados Unidos. En medio de todas estas vivencias vistas una y otra vez en la historia del celuloide, el director potencia al protagonista con algunas pinceladas de vileza, quizás sin saberlo ya que prosigue la historia sin profundizar en estos rasgos.
La escena en que golpea a la madre y decide viajar hacia la “tierra prometida” abandonando a su familia, en un acto egoísta desprovisto de toda fraternidad. Entre violines, el joven deja toda esa lacra de orines, muertes y abusos. No hay dudas en el éxito del libro, lo dudoso fue la adaptación dulzona que se hizo de él, quedándose en las actuaciones sobresalientes, una banda sonora impecable y ambientes bucólicos deslumbrantes; pero lo principal, el tratamiento, jamás llegó a buen puerto.

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