4/12/2007

Aspirante a escritor

El 2 de abril pasado se cumplieron 202 años desde que naciera uno de los cuentistas más nombrados de la literatura universal, autor de “El patito feo” o “La sirenita”. Se trata del danés Hans Christian Andersen, con un hallazgo imperdonable de no ver en el cable: “Uger Andersen” del director Rumle Hammerichs.
Y digo imperdonable porque así como hace bien leer a los autores clásicos, mejor es ver filmes de excelente calidad que escapan a las recetas archiusadas por la industria norteamericana. Hay que considerar que en la realización danesa hay efectos especiales que no empañan el conjunto de retratar la vida azarosa de un escritor que estuvo a punto de perder la cordura.
Es el pasaje interesante de la juventud de Andersen en el pobrísimo pueblo de Stagelse, cuando intentaba abrirse camino en el mundo de las letras a pesar de su analfabetismo. Golpeando puertas que se abrían apenas para darle un portazo en las narices y siendo el hazmerreír en las tertulias donde irrumpía con aspavientos desesperados, típicos de un muchacho con una imaginación incontenible.
Hasta que un visionario abogado, representante del rey, decide ponerlo a tutela de un profesor que deberá no sólo lidiar con la falta de conocimientos del escritor, sino también con un espíritu rebelde que reniega sentarse sobre los resortes punzantes de la inteligencia adiestrada. Mientras no ocurra ello, el film retratará lo determinante que fue la relación con el joven Tuk, que será el nexo entre el Andersen viejo que recuerda y el joven Andersen en pleno proceso de adaptación.
Así como en “Los coristas”, el film trasunta el legado esencial que presta la educación, con un profesor tan estricto como resentido. Llegó a retar al joven a escribir algo que realmente lo hiciera llorar, hasta que se percata de los efectos casi milagrosos de la enseñanza y le dice “a ver si ahora escribes un poema inteligente”.
“Uger Andersen” es el valor de la amistad y la perseverancia, con aspectos imposibles de de analizar en esta columna como la extraña relación entre el abogado de la realeza y el profesor, cuando éste pierde la honra al ser objeto de graves acusaciones de Andersen. Además del viejo escritor moribundo que reniega de sus logros al recordar las heridas que dejó en su ardua tarea por alcanzar un público postrado ante su genialidad.

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