2/08/2007

Amor, a toda costa


Se dice que la idea moderna del amor nació con los poetas provenzales del siglo 12, en Francia. En este largo camino, donde este noble sentimiento ha sido moldeado, el cine, como aleccionador de multitudes, tiene voz y voto. Hay amores sutiles, como los intensos y maduros personajes centrales de “Los puentes de Madison”, pero los hay también pasionales, encarnados por jóvenes como en “Amor eterno” del director Jean Pierre Jeunet.
Matilda y Manech son vecinos. Crecieron juntos y, ya adolescentes, sienten los primeros latidos del amor en una atmósfera rodeada de campiñas de ensueños, faros melancólicos y caminatas plácidas junto a puestas de sol. Pero todo eso se rompe cuando el joven debe partir a la guerra para defender su patria, en 1909. Cuando el conflicto termina, Matilde se niega a aceptar la muerte de su enamorado, razón por la cual utiliza la herencia dejada por sus padres para encontrar las pistas necesarias que permitan hallar a Manech.
Es una obra hecha con imágenes que parecen sumir al espectador en el sopor de un colchón de plumas junto a la chimenea. Pero las llamas impregnadas con el mejor perfume francés se transforman en las piras del infierno, con la contrariedad que provoca el apreciar los desolados campos de batalla. Es imposible seguir el ritmo de una postal enmarcada de viñetas, en medio de las desgracias después de una batalla.
En “Amelie”, la cinta que catapultó a este creador a la fama, el tratamiento es uniforme y la información, justa. En “Amor eterno”, hay tantos personajes secundarios que cada paso que da Matilde para encontrar a su novio, llega a confundir y hasta cansar. Sin embargo, acostumbrados a ver artistas europeos tratando de destacar en la industria norteamericana, resulta interesante ver en esta cinta a Jodie Foster hablando en francés con un papel, por cierto, breve y destacable.
Matilde recuerda la gran realización de Francois Truffaut titulada “Adele” (1975), donde Isabelle Adjani interpreta a la segunda hija de Víctor Hugo, como la enamorada de un teniente inglés que llega a obsesionarse de tal manera que el amor termina por destruirla. La ansiedad de Matilde, en cambio, es más sosegada pero totalmente comprometida. La voz en off la lleva a darse ánimos a cada instante con frases como “si llego antes que pase el tren, llegará vivo”. Vive un proceso interno desgarrador sustentado por la esperanza. Quienes piensan comprar una rosa o una caja de chocolates el próximo 14 de febrero, tienen que verla.

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