2/14/2007

Sin Niños

El historiador inglés Eric Hobsbawn predijo que la demografía mundial tenderá a decrecer a mediados del presente siglo. Pero ¿a causa de qué? Él ni el film “Hijos del Hombre” de Alfonso Cuarón lo aclaran.
El más yanqui de los directores mexicanos, adopta esta problemática para recrear una Inglaterra del 2027 poseída por un estado policial cuando el resto del mundo se desmorona a los pies de la perenne monarquía. Una ecología desbastada, la sobrepoblación, una pandemia de neumonía o quizás qué otra lacra provocó la infertilidad en las mujeres hace 18 años. Justamente el film comienza con la desazón de los ingleses al enterarse por televisión del asesinato del hombre más joven del mundo, un argentino de 18 años.
En ese estado de cosas, Theo es un ciudadano común que acude diariamente a su trabajo en el Ministerio de Energía atravesando una ciudad atestada por indocumentados enjaulados. Entonces su ex novia, líder de una banda subversiva llamada Peces, lo rapta a fin de obligarlo a entregar unos pases que permitan llevar a la costa a una mujer negra con un embarazo de ocho meses.
De ahí en adelante el film da un vuelco hacia lo policial con asesinatos, disparos, correrías y encuentro con esas almas caritativas que nunca faltan. Un film de futuro medieval, con altos ribetes religiosos, donde el único remanso luminoso es el viejo Jasper, un ecologista que vive apartado de la ciudad con una mujer paralítica. Kee, la joven negra, es la copia fiel de la virgen María. La gitana Maricka es la Abigail bíblica. En tanto que Theo, Julian y Miriam vendrían a ser los pastores teniendo como misión apurar el encuentro con los reyes magos, que sería la embarcación “Mañana” en cuya cubierta clandestina estaría depositada la esperanza de perpetuar la raza humana.
Con un guión paupérrimo, Cuarón hace un llamado a mirar desde otra óptica cuanto acontece a nuestro alrededor con diálogos como “es muy raro lo que pasa en el mundo sin las voces de los niños”, o “2003 era una bella época en que la gente no aceptaba que venía el futuro”. Pero son destellos de una trama que habría brillado aún más con un mejor tratamiento de los personajes. Julianne Moore no alcanza a desarrollar su papel como lo hace Michael Caine, pero con menor impacto. Claro que hay escenas de antología como el intento de huir en un auto que no enciende, o el paréntesis que abre el llanto de un bebé en medio de una balacera.
Un buen intento para transformarse en la obra maestra futurista jamás vista.

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