3/16/2006

El mundo en una cápsula

Si Julio Verne fue capaz de construir sus libros fantásticos a partir de las promesas de una incipiente tecnología automotora, directores actuales como Karyn Kusama intentan adelantarse a una biología todavía incapaz de responder a cuestiones éticas. En especial con el dilema de la clonación y que viene revestida con la cinta “Aeonflux”.
Han pasado 400 años y siete generaciones para llegar al año 2415. En la tierra sólo queda una ciudad -Bregna- donde viven cinco millones de habitantes y que es más bien un imperio cuyo monarca es el biólogo Trevor Goodchild. Fuera de sus murallas hay una selva inhóspita que alguna vez provocó una epidemia capaz de asolar de un plumazo cualquier vestigio de humanidad. Bregna es el arquetipo de un mundo feliz, donde todo es controlado por le eficiencia de las tecnologías.
Sin embargo, hay una organización de disidentes llamados los “monicanos”, cuyo objetivo es derrocar la dinastía de los Goodchild, debido a una serie de inexplicables desapariciones de seres humanos. La misión definitiva está en manos de las monicanas Aeon (Charlize Theron) y Sithandra, una mujer de raza negra que en vez de pies tiene manos. Pero Aeon sufre la muerte de su hermana, en momentos que padece de diversos sueños que la hacen experimentar sentimientos aletargados.
Aeon rompe con la misión porque “siente” que Trevor no es el causante de las desapariciones. Pero ella no es la única fugitiva. Trevor se une a esta causa para descubrir un insólito acontecimiento: que cada habitante es clonado eternamente, impidiendo que las mujeres engendren por sus propios medios. Y esto, debido a que en el comité de gobernantes hay un dogmático científico que reniega de todo natural proceso por considerarlo inferior y peligroso. La hermana de Aeon había muerto prematuramente, porque sería la primera mujer en 400 años en dar a luz un hijo de forma natural.
El moderno conflicto entre civilización y naturaleza regresa con esta cinta que cumple su noble labor de entretener, sin meter las manos en los conflictos sicológicos que ocasionaría el hecho de saber que la biografía puede ser cortada y prolongada por centurias. Aeon no se sorprende, sólo quiere llegar a la destrucción del sistema reinante, con habilidades corporales propias de los artistas del Cirque Du Soleil.
Nunca sabremos si en realidad los monicanos eran aliados de los Goodchild, ni siquiera si la peste desoladora había acabado en el exterior. Tal parece que la tierra prometida de este Moisés del séptimo arte será una causa a seguir en una segunda parte de esta divertida producción.

No hay comentarios.: