10/20/2005

Cenicienta 2005

Armando Uribe, Premio Nacional de Literatura 2004, dijo que a su edad tenía todo el derecho a ser pesimista. Una opinión parecida debe tener el cineasta Ingmar Bergman para vivir su vejez en la solitaria isla Faro, en el mar Báltico, desde donde volvió a arrojar destellos de su ideario moral con el guión del film Infidelidades (Trolösa).
Este trabajo no sería posible si en la dirección no hubiera estado su ex pareja y musa inspiradora, Liv Ullman, quien ahora se dedica a la dirección en cine y teatro. Fiel reflejo de lo mejor del cine bergmaniano, tal parece que la mano del octogenario director sueco se hace sentir con fuerza más allá de la estructura del guión.
El film comienza con una parodia a Bergman recluido en sus soledades y las dificultades que tiene para escribir el guión de su nueva obra. En su imaginación, comienza un diálogo franco con Marianne, una mujer que confiesa los pormenores que la llevaron a entablar una relación sentimental con el mejor amigo de su esposo, mientras éste reforzaba su ascendente carrera de músico en Estados Unidos.
En una Suecia que nos parece vacunada contra los traumas sentimentales que provoca la religión, es la voz en off de la sufriente la que nos sumerge en un estado de perplejidad hasta llegar a la miseria moral que provoca la traición de alcobas.
El “así de simple y emocionante puede ser, si hay cariño y amor” que dice Marianne en un comienzo pasa a un “¿cómo puedo hablar de aquello que no tiene palabra, si no estuviera tan moralmente aleccionada?”. Y la amenazante advertencia de su esposo: “va a doler”. La protagonista principal (Lena Endra) cumple con creces su interpretación. A diferencia de Closer, un film de una temática perecida aunque algo histérica, Marianne habla directamente a la cámara reforzando gestos y miradas en un primer plano, sin rascarse la nariz ni mucho menos permitiendo que la cocción de un pastel interfiera en su diálogo.
Como buen pesimista, la cinta no trepida en mostrar a cara descubierta la purulencia que se forma en nombre del amor, salpicado con el engaño y el tormento de la culpa al abandonar a la hija. La directora se permite incluir una mirada feminista, porque en medio de la revolución que provoca Marianne aparece el engaño de veinte años del marido. Un engaño oculto que no molesta ni rompe el equilibrio conyugal.
Con una copia en el Blockbuster arriéndelo de todas maneras si piensa que las promesas de La Cenicienta le hundió la vida.

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