5/22/2008

Novias de ultramar

Grecia, 1922. Un fotógrafo tomaba registros de la guerra turco griega y, al verse desplazado por otro profesional, decide regresar a su país en barco. En la nave se encuentra con una tripulación de 700 mujeres llamadas “las novias”, un contingente humano acostumbrado a cruzar el Atlántico para desposar a los emigrantes griegos de Norteamérica.
En la travesía se desenvuelven situaciones imprevistas como la historia romántica entre el fotógrafo y una costurera griega, la sordidez de la prostitución, la trata de blancas, la amistad, el engaño y la fuerza de las costumbres que hagan perdurar la cultura helénica más allá de los confines de su territorio.
Un film que nos llega a través del Festival de Cine Europeo en un itinerario que recorre las principales ciudades del país. “Novias”, de Pantelis Voulgaris, se suma a una serie de clásicos del cine griego como “Zorba el griego” y la más reciente “Casamiento griego”, cuyas temáticas están unidas por esa férrea oposición a subyugar aspectos claves de esta cultura a la marea fluctuante de la vida moderna.
“Novias” está envuelto en un ambiente asfixiante por los avatares de un grupo de mujeres griegas y rusas confinadas en un barco, obligadas a acatar las órdenes de un puñado de hombres acostumbrados a ejercer el poder y, como en la carrera alocada de un espermio, las mujeres que desean alcanzar la felicidad y el respeto social por medio de las promesas redentoras del matrimonio.
El abuso de poder sobre el género femenino se una la lucha de clases mediante la ridiculización de una burguesía solazada en representaciones simplonas de la cultura helénica, de mucho caviar y champaña, salvo la aparición de una especie de “hada madrina” cuyo rol no queda del todo explícito ni su incumbencia en la historia romántica demasiado clara.
Una temática que desenmascara los contratos de matrimonio por encargo (antes, un barco; ahora, internet) con heroísmos y mujeres que van conformando un extraño realismo mágico al estilo griego como la vez que el cabello de la costurera encanece de la noche a la mañana, como si fuera una maldición.
Un agradecimiento a la Pontificia Universidad Católica de Chile, Comunidad Europea y Chile Films para traer a estas latitudes tres films que muy difícilmente habrían pasado la barrera de la cartela comercial.

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