12/11/2007

El carpintero infeliz


Para el desarrollo de esta trama no hay nada más que una escuela de carpintería, una farmacia y una barraca. Los diálogos son los menos, incluso casi la mitad del film parece un documental para educar acerca de las mejores técnicas de carpintería. Aún así, obliga a no quitar la vista al ofrecer más preguntas que respuestas; y mejor aún, el final es francamente sorprendente.
Desde un comienzo el director de “El hijo”, Jean Pierre, obliga al espectador a seguir los pasos del protagonista con una cámara que lo sigue desde la nuca donde quiera que vaya. Es un juego de estilo para adentrarse en la mente del personaje principal: un carpintero perfeccionista, exigente, solitario, que vive del trabajo impecable de una tabla y del ejercicio constante de su cuerpo.
Hasta que llega un nuevo alumno a su clase de carpintería. Al principio pide que lo cambien de taller, pero después lo acepta. Lo espía, lo mira de reojo y, en una oportunidad, decide almorzar en la cocina del instituto con tal de no toparse con él en los comedores. Hasta ahí, el film sólo es motivo de interés para los amantes en el trabajo de la madera. Francia, la cuna de los artesanos; para ellos este oficio es una labor de cuidadosa preparación.
Pero el profesor se obsesiona con este muchacho, hasta el punto de seguirlo y entrar a su habitación sin que el joven sepa. Se encuentran en una oportunidad en un lugar de expendio de comida rápida y entablan amistad. Lo cierto es que el curso está compuesto por cinco estudiantes que forman parte de un plan de reinserción social. Son ex presidiarios y todo parece indicar que el hombre es un altruista a prueba de balas.
Pero su ex esposa le dice que cómo se le ocurre recibir al muchacho en el aula. Decide conocerlo en persona, pero él se lo impide. ¿Es el hijo de él?, ¿es hijo de ella?, ¿es hijo del propio demonio? Pierre va trabajando el film con la maestría de un artesano sobre un tronco en bruto. Desprolijo de atractivos desde un comienzo, pero que a la postre va tomando forma de algo que incomoda, que se enquista en el alma y no hay modo de clarificarlo sino que viendo el film hasta el final.
Hay claves para entender este film moralista: el carpintero, como el Cristo del nuevo siglo que viene a reivindicar el perdón por sobre todas las cosas.

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