7/19/2006

Los Rojos de la Fama

En Chile los artistas son mal vistos. Catalogados de comunistas. Cientos de talentosos hundidos por la envidia de los menos aptos pero, sobretodo, ochentenos reconocidos antes de enviarnos un último suspiro. “Rojo, la película”, cumple poco y nada con algunos de los requisitos para ser artista en Chile.
De comunistas sólo aparece en el parlamento de Consuelo Holzapfel, quien interpreta una empingorotada madre que increpa duramente a su hija al verla aparecer en televisión, luego de ser elegida para formar parte del clan de Rojo. En el fondo, nada más lejano a los viejos ideales de Marx en este grupo de jóvenes elevados a la categoría de gurúes por el mero gusto de triunfar por la puerta ancha del éxito cortoplacista.
Con un comienzo que prometía más, todo empieza con la llegada a la capital de un joven cantante de Puerto Montt que bien nos retrotrae al musical “La Pérgola de las Flores” de 1965. María José Quintanilla hace lo suyo en homenaje a una sempiterna Carmela al pasearse entre zapallos y verduras, mientras los feriantes la estimulan a seguir concursando. La misma Montserrat Bustamante parece reencarnar a Ana González al destacarse no sólo por su innegable talento vocal, sino que también histriónico.
En esta rara mezcla de “La Pérgola” y “Fiebre de Amor”, se entremezclan demasiadas historias, cada una con un matiz distinto y sin llegar a buen puerto ninguna de ellas. A lo más sirven para clarificar la pugna existente entre adultos y jóvenes como dos bandos irreconciliables. Los unos, queriendo llegar a toda costa a un punto donde otros, los más viejos, llegaron con una amarga visión por la vida. Acá el éxito se muerde los talones sin dejar entrever algo que es innegable en una competencia donde el fervor juvenil se deja notar con más claridad: la envidia.
En un país acostumbrado a vanagloriar a sus artistas cuando están a punto de transformarse en reliquias de museo, se valora este aporte hecho con energía. Hay que destacar el trabajo arduo de las coreografías, y que es el resultado del esfuerzo demostrado en cada emisión de Rojo. Lo mismo con la interpretación de las canciones, aunque algunos de los temas sobren en algunas escenas y falten en otras.
Es de esperar que este país se llene de artistas y que por fin la industria de las artes audiovisuales consolide y conciba una buena oferta de películas cada año. El film dirigido por Nicolás Vicuña es un buen intento que sólo los chilenos alelados por la farándula entenderemos.

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