6/15/2006

Cuernos al rojo vivo

David Seltzer fue el guionista que en 1976 creó la primera versión de “La Profecía”. Treinta años después retomó sus escritos para añadir un par de elementos. De esta forma John Moore dirigió la nueva película sobre algo ya probado aprovechando la fecha que se avecinaba para su lanzamiento: seis de junio del 2006.
Pero el debut vino precedido por el “Código Da Vinci” cuando crucifijos, juegos de abalorios y sectas herméticas empezaban a provocar un pequeño dolor de cabeza producto de su apabullante bisbiseo. Esto, sumado a que en cierto modo América es el legado de los últimos estertores medievales de Europa con todo el vaho de incienso y superchería que aún nos pena.
El viejo continente nos heredó también un idioma rico en significados. Jezreel, Bugenhagen, Spiletto o Subiaco son palabras bellas que se descuelgan de este remake, pero más fuerte suenan las palabras que aparecen en el Apocalipsis (8:07) y que conforman la trama esencial. Es el anuncio de la llegada del Anticristo y Moore lo contextualiza en una época en que la tragedia del Columbia se convierte en “el cometa de fuego que cae de los cielos” y donde el regreso de los judíos a las tierras de Sión, las guerras y los desastres naturales son el aliciente para que una secta satánica allane el camino al poder del hijo del demonio, usando los peldaños que ofrece la política internacional.
Adquiriendo el ritmo propio de las películas policíacas, con varios giros sorpresivos (en el cine se rieron con estos efectos) y carreras persecutorias, se destaca la actuación de Mia Farrow en el papel de la institutriz que es en verdad la protectora del hijo de la bestia, Demian. La misma actriz que antes encarnara a la madre del Anticristo en “El bebé de Rosemary”.
Si es en verdad o no que el mundo atraviesa con los ojos nublados por las tinieblas que sirven de refugio a los ángeles caídos, el film entusiasma sólo por la novedad de los primeros minutos. Yo habría agregado otros argumentos como la sobrepoblación planetaria, el aumento del precio de las gasolinas o a la cantante brasileña Xuxa como consorte del maligno. En resumen: un film neutral que no entrega realmente demasiada maldad, a fin de que el bien resalte como el brillo de una pequeña perla; ni demasiada bondad, donde lo perverso emerja por si solo como nata de leche. Acá la conjetura trata de encarnarse con escasa credibilidad, cuando los hechos actuales ruegan por un mayor trabajo intelectual.

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